martes, 31 de diciembre de 2013

¡Me voy a bailar con Maki Nomiya!


Queridos amigos, desde ésta su casa, desde este blog, desde esta bitácora personal, desearles una feliz Nochevieja y un venturoso 2014.
Permítanme que salude de forma especial a los bloggeros que desde hace años me honran con sus visitas y comentarios (incluso cuando este espacio se actualiza de pascuas a ramos)...Pepe Cahiers, Clementine, Miquel Zueras, Maslama, Éowyn, Marcos Callau ...
¡Un fuerte abrazo a todos ellos!


Nada mejor para estas fechas, para estas efemérides festivas que bailar, alegrarse danzando, que diría el gran Battiato. Hace tiempo que en mi Facebook funciona de forma estable una sección que se ha convertido en todo un suceso, Me voy a bailar con Maki Nomiya, donde los jueves o viernes, presintiendo el week-end, se abre la pista de baile y entran en acción los Pizzicato Five, entra en acción Maki Nomiya, esa nipona con más estilo (y mucho más encanto) que Coco Chanel, y todo se vuelve alegría y ritmos sincopados. 


Con los Pizzicato, que dominaron los 90 con su deliciosa música pop-dance, me ocurre lo mismo que a Woody Allen con Cantando bajo la lluvia. Si no tengo mi mejor día, (I´m down que dirían los Beatles), me pongo de inmediato cualquier canción, cualquier mix que entone Miss Nomiya, y el resultado terapéutico es inmediato...

Así que queridos todos, lectores, comentaristas, público en general...¡Féliz 2014, que yo me voy a bailar con Maki Nomiya!



domingo, 24 de noviembre de 2013

Un cóctel de otoño.


Hace unos viernes me instalé en un cómodo y moderno autobús Alsa Premium, dispuesto a arribar a la capital del Reino. Tenía una cita muy especial, deseada y altamente estimulante. Nada menos que los Pink Martini.



Pink Martini (esa pequeña orquesta como les gusta definirse) originarios de Oregon, llevan desde 1994 regalando el panorama musical con una mixtura de jazz ligero, swing, boleros, bossas, chanson française, Broadway...Pink Martini pergeñado, creado por obra y gracia de Thomas Laudarle y China Forbes.


Laudarle, pianista compositor y arreglista, China Forbes cantante prodigiosa y compositora, se rodearon desde ese 1994 de un grupo casi estable de metales, percusión, cuerda...el resultado fue una deliciosa irrupción con el álbum debut Sympathique, la canción que daba nombre al disco. Sympathique es una canción en francés, levemente inspirada en un poema de Baudelaire, compuesta con tal gracia y encanto por Laudarle y Forbes, que hay quien sigue pensando que es una pieza original, nada menos que de Edith Piaf.

Ahí está el enorme poder de atracción de los Martini. Son capaces de realizar covers, versiones fabulosas de grandes estándars (Amado mío, Anna, Brasil, Mas que nada), a la vez de creaciones originales, la citada y mítica Sympathique, Hey Eugene, Una notte a Napoli, Hang on little Tomato...todo ello con una producción impecable, (tienen su propio sello Heinz Records), arreglos limpios, elegantes y una alegría que envuelve todos sus discos. 
                                  
En 2011 China Forbes tiene que abandonar temporalmente la actividad musical por problemas de salud...así que Thomas Laudarle y la propia Forbes  deben convocar un reemplazo de garantías... y así fue como Storm Large, una rubia que marea, voz potente y una chispa fuera de lo común, fue la elegida. Storm, iniciada en el mundo del rock y una de las grandes animadoras del concurso Supernova, una Operación Triunfo americana, se adaptó como un guante a la pequeña orquesta. De tal modo, que una vez recuperada China, la escultural rubia continúa en el grupo. Forbes sigue componiendo, produciendo y llevando la voz solista en toda la gira americana, con Storm como artista invitada y para las actuaciones europeas, Large se las tiene que apañar sola (y de forma notable, of course).



El 20 de Octubre era el día de autos, el día de Pink Martini en Madrid. Y el que les escribe ya tenía su cuartel general, como tiene costumbre, en un confortable hotel del centro, entre Preciados y Gran Vía...sitio perfecto para perderse en La casa del libro, el Fnac, visitar sombrererías en la Plaza Mayor, o tomar una suculenta fabada recorriendo unos pocos metros hasta Casa Parrondo. El lugar del evento era La Riviera, una sala de fiestas muy conocida, pero a la que nunca había acudido y que es sitio común de actuaciones en vivo. Mi prevención era que al contrario de Barcelona, donde los Pink actuaban dos días después en el Palau de la Música, La Riviera, decían, no destacaba por su acústica...tampoco había patio de butacas, así que tendría que disfrutar del show de pie, como en mis años mozos. Recordaba que el último concierto de esa guisa sería en 1995, cuando acudí a la llamada de Los Rodríguez en el campo de fútbol Escribano Castilla de Motril, acompañado nada menos que de Pepe Cahiers...

Pero al llegar a la Riviera, y observar que había una muy buen afluencia  pero sin agobios...pues me coloqué a escasos metros del escenario, dispuesto a verlo todo muy cerquita...de ese modo cuando a las nueve en punto aparecieron todos los chicos de la orquesta con Thomas al frente (en total once músicos), y la escultural Storm entonando aquello de...  




Amado mio
love me forever
and let forever begin tonight

Amado mio
when we're together
i'm in a dream world
of sweet delight


...pues ya me percaté que estar de pie a cinco metros del escenario era todo un acierto, y una maravilla que ni sospechaba. 
Storm y la banda desgranaron durante hora y media todos los antiguos éxitos, desde el Eugene, Anna, Sympathique, y por supuesto las nuevas canciones de su recién estrenado álbum, Get Happy, donde visitan de nuevo estándars, se detienen en la música turca e incluso ofrecen delicias japonesas. Coronado con un fin de fiesta espectacular, el Brasil de Ary Barroso (sí, Ary Barroso, el mismo periodista desconsolado que narraba estupefacto el desastre de Maracaná). 
Imposible decirles si había buena acústica o no. A mí me sonó todo de maravilla mientras cantaba, bailaba, hacía alguna foto, filmaba un poco...veía a esos escaso metros disfrutar, actuar con entusiasmo y profesionalidad a esos músicos portentosos.


Al terminar el show, y llevado de mi carácter inquieto, me dirigí rumbo a los camerinos, para ver que ambiente había por ahí...quedé maravillado... la misma profesionalidad, la misma alegría que los Pink Martini derrocharon en el escenario, la tenían para atender a decenas de seguidores que les pedían autógrafos, hacerse fotos...me detuve con Storm, atenta, solícita  simpatíquisima...fotos, saludos... ¡y agradecimiento siempre, mi querida Storm!

Y ya camino del confortable hotel, mientras el taxi embocaba la Gran Vía madrileña, animada, aún en domingo y más de medianoche, pensaba como el nombre de ese último disco de los Pink Martini, no dejaba de hacerles verdadero honor: Get happy.






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