viernes, 29 de julio de 2011

El retorno de los simios

Espero con verdadero interés el inminente estreno de El origen del planeta de los simios, precuela de la obra maestra de Franklin J. Schafnner, que nos revelará el cataclismo, la revolución, los hechos dramáticos que transformaron, de forma tan radical como aterradora, el orden jerárquico en la Tierra... 
En realidad, esta última aproximación no deja de ser un remake de La rebelión de los simios,  cuarta parte de la saga, y que dirigió J. Lee Thompson en 1972.

La primera vez que me topé con esas películas, con ese mundo fascinante, sería allá por 1975, en una de las tardes veraniegas en las que el Coliseo Viñas era el mejor de los sitios posibles, con sus prodigiosas aventuras en sesión continúa. Antes de que proyectaran el largometraje de ese día, nos regalaron el trailer de La rebelión de los simios, cuyo título original era Conquest of the planet of the apes...quedé conmocionado, absorto, ante ese espectáculo...esas masas simiescas que se rebelaban, se levantaban en armas, esa historia de la extinción de perros y gatos...ese tono oscuro, apocalíptico...mucho miedo pasé en esos minutos...

Al poco tiempo, ya empecé a fijarme y comprar tebeos de la Editorial Vértice, que publicaban en España todo el Universo Marvel...me parecía de los más inquietante el subtítulo que encabezaba todos los ejemplares: Historias gráficas para adultos...y entre aventuras de Spiderman, Dan Defensor y la Patrulla X, había toda una serie dedicada a eso simios que tanto miedo me hicieron pasar en el Coliseo...El planeta de los monos, se llamaba la colección, y tenía un encabezamiento siniestro y revelador: Donde el hombre era el rey supremo, ahora mandan las bestias...
La contraportada de las revistas Vértice estaba dedicada a un incipiente merchandising, con camisetas, posters, muñecos articulados de los héroes de sus publicaciones; así entre los más conocidos se hacía referencia a un soldado simio, que podía adquirirse en cualquiera de sus variables...en teoría, porque yo intenté en su momento adquirir una camiseta con la imagen estampada, nada menos que del hijo de Odín, el gran Thor, y lo único que recibí meses más tarde fue una carta de la Editorial en la que  se excusaban, ya que se les habían agotado las camisetas, y que volviera a realizar el pedido pasados unos meses...

Pero el gran acontecimiento estaba ya cercano...en la temporada 1976-77, se estrenó en TVE un extraordinario programa, que respondía al nombre de Sábado Cine, y que en esa primera etapa estuvo dirigido y presentado por Manuel Martín Ferrand. Antes de la proyección del film de la semana se realizaba una breve introducción, y tras finalizar, se comentaban algunos aspectos de la misma...además contaba con un curioso y novedoso formato de colaboración multimedia, y es que mientras se emitía la película, por Radio Nacional se podía seguir el audio de la cinta, acompañado de comentarios...si se dan cuentan, lo mismo que se ofrece hoy en día en los extras de los dvd´s...
Pues bien, en la primavera de 1977 se proyectó en ese espacio El planeta de los simios...imagínense lo que fue aquello...e imagínense  lo que supone ver por primera vez ese final, ese Charlton Heston destrozado en la playa de Manhattan, ante esa escalofriante visión de la Estatua de la Libertad semienterrada... 

Al día siguiente, en clase, en aquel 5º Azorín del colegio Reina Fabiola no se hablaba de otra cosa en el recreo que no fueran las andanzas de Taylor, y su desigual lucha en ese planeta...que en realidad era la Tierra, lo cual nos había dejado sin respiración, sin habla...nunca habíamos visto nada semejante, eso era más terrible incluso que Tiburón... 


Al año siguiente, el regalo que nos tenía preparados TVE era nada menos que la serie que se realizó basada en la película...en esos episodios, se narra la peripecias de los astronautas, que intentan encontrar la caja negra de su nave, y poder viajar en el tiempo a la inversa, para volver a un planeta donde los primates sólo mostrarían su presencia en selvas o parques zoológicos.
Esos episodios los solía ver en compañía de mi hermana pequeña...pero no era la famosa Capitán Araña, entre otras cosas porque en 1978 no había nacido...en este caso se trataba de la conocida en el Mundo Tirador como La novia era yo, que entonces tenía poco más de cuatro años...y solía escabullirse durante los créditos iniciales, ya que éstos incluían la terrible presencia del gorila Urko, que era realmente estremecedora...
  
Ya en años posteriores, fue emitida toda la saga cinematográfica...aunque la calidad no era ni por asomo la de 1968, no dejaban de tener esas películas un encanto extraordinario...toda esa historia en espiral, que concluye de forma, considero más que notable, en la última entrega La conquista del planeta de los simios, y que no deja de ser un brillante ejercicio de serie B...así que no podían sino parecerme acertadísimos, los comentarios elogiosos que en esa línea ha manifestado en más de una ocasión, un crítico de la categoría de Miguel Marías.


Por ello gocé sobremanera cuando en 1999, editaron un estupendo pack en VHS, con los cinco filmes al completo...además se preparaba para 2001,nada menos que un remake de la gran obra, de la pieza maestra, y el director elegido sería el prestigioso Tim Burton, autor de obras tan estimables como Ed Wood o Sleepy Hollow...infeliz de mí...
Todavía recuerdo la cara de estupefacción, asombro, (befa, mofa y escarnio, que diría Ibáñez) que se me quedó tras la contemplación de aquella soberana tomadura de pelo...una película que arranca relativamente bien, para paulatinamente ir perdiendo fuelle, y caer en el más espantoso de los ridículos, con un final que ningún productor que se precie habría consentido ni en sueños...

De ese lamentable revisión de 2001 hasta hoy en día, mi contacto con el universo simio se mantuvo con la compra de viejos tebeos en la estupenda Feria del Libro que todos los años tenemos en Granada en otoño, la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, y donde es posible adquirir esos entrañables cómics de Vértice,
e igualmente, en uno de los cumpleaños de mi buen amigo Pepe Cahiers, tuve a bien regalarle una estupenda figura articulada del Doctor Zaius, que fue recibida de buena gana por parte del homenajeado...

Y nos encontramos de nuevo a las puertas de un nuevo estreno, de un nuevo acontecimiento simio. Para calentar el ambiente me he dado el capricho de adquirir toda la saga en dvd, teniendo aún el susto en el cuerpo, y el temor que pueda repetirse el penoso incidente Burton, pero con la esperanza de que la aproximación de Rupert Wyatt esté a la altura de lo que merecen esas historias, ese mundo irreal, fantástico, que entronca con nuestras pesadillas más profundas...el hombre a merced de las bestias...que confío que sean ensoñaciones y no sutiles proyecciones o recuerdos del futuro...

lunes, 18 de julio de 2011

Canciones de primavera (II)

TVE y Unipublic, conscientes del enorme éxito que había sido la Vuelta´79, repitieron el mismo esquema, que además era la mejor lanzadera para la inminente canción del verano. No conviene olvidar que en esa época sólo existían en nuestro país dos canales de televisión, así que imagínense lo que era durante tres semanas, en horario de máxima audiencia, esa reiteración, esa promoción fabulosa de esas músicas.

La edición de 1980 significó el triunfo de un ciclista español, algo que no ocurría desde 1976, de la mano del soriano Faustino Rupérez, que sólo tuvo la ligera sombra del veterano Perico Torres. Fue la Vuelta donde descubrimos al Junco de Berritz, el grandísimo Marino Lejarreta, que debutó con un quinto puesto, dejando ya entrever la enorme clase que atesoraba.

Los finales de etapa seguían siendo territorio absoluto de la radio, y por encima de todo, destacaba la extraordinaria cobertura que José María García (en esos años en la SER) realizaba de los mismos.
Recuerdo como quedé admirado de la narración en la contrarreloj decisiva de León, desde el vehículo del equipo Zor, y como animaba Javier Mínguez a su pupilo:
¡¡¡Halefaustinohalefaustinohalefaustinohalefaustinohalefaustinohalefaustino!!! gritaba de forma desaforada el vallisoletano, como si estuviera en un encierro jaleando a las vacas...mi madre al escuchar ese escándalo radiofónico, me preguntaba entre asombrada y divertida ¿hijo, qué estás oyendo?.

En ese 1980, dos fueron las melodías seleccionadas para el resumen diario: el Born to be alive, de Patrik Hernández, un auténtico bombazo de la música disco, que en realidad se había editado y triunfado en 1979 y un estupendo y cálido Funky Town de los Lipps Inc...los temas casaban de maravilla con las imágenes de los esforzados de la ruta, con los sprints, las ascensiones a los puertos y la lucha contra el crono, toda una excelente muestra de las fabulosas e inolvidables canciones de primavera...





lunes, 11 de julio de 2011

Relatos Enlazados (VIII)

Así que éste es el famoso Enano Saltarín...a ver que sacamos en claro de aquí, se dijo Santos, mientras con llave maestra accedía a aquella extraña taberna, que llevaba años cerrada, sin que ningún otro negocio hubiera tomado su lugar.

Santos pertenecía a la singular cofradía de los periodistas del misterio, un freelance que ofrecía sus reportajes, artículos y columnas a las revistas del género, y de vez cuando colaboraba en alguna televisión local del sur, donde se sentía más cómodo que en las grandes cadenas nacionales.
Peculiar en su trabajo, prefería para las psicofonías viejas grabadoras de sobremesa, en especial una remozada Telefunken, con su micrófono exterior y varios metros de cable...con ella había logrado algunos resultados escalofriantes, voces sin explicación ni causa, efectos que desafiaban toda explicación lógica, y que habían provocado el pánico en más de una sesión amateur...
Para la labor en aquella tasca, en aquel curioso enclave, se había acompañado de una videocámara con infrarrojos, que permanecería grabando toda la noche...imágenes y sonidos serían sondeados en esa madrugada, esperando que toda la fama y el aura que impregnaba el recinto se dignaran manifestarse...

El interior de El Enano Saltarín no mostraba nada de paranormal...sólo el abandono y el olor a rancio de lo que lleva años postergado...plásticos que cubrían las mesas, aparadores y vitrinas de las bebidas, de los extraños licores que se dispensaban...

En pocos minutos, Santos tenía ya su parafernalia preparada, su vetusta tecnología sonora dispuesta, y su cámara sólo para pellizcar el rec
Vamos al lío...era casi medianoche, y todo se puso en marcha, la video grababa y las cintas empezaron el movimiento...se acababa una bobina y ponía otra, miraba a la cámara por si captaba algo de interés, algo relacionado con lo que se contaba y hablaba...Santos tenía para eso ojo clínico, en pocos segundos era capaz de percibir algo raro en la grabación, y ya en la tranquilidad de su estudio, casi siempre se confirmaban sus sensaciones...pero esa noche, tras horas de trabajo, nada parecía mostrar algo que se saliera de lo corriente...la cámara no mostraba nada anormal, o tan siquiera alguna forma difusa que le moviera a la esperanza...pero lo peor era que las psicofonías comprobadas fugazmente eran insulsas como hacía tiempo...sólo ruido parásito, y no tenían el hálito de la sorpresa del día siguiente.

Una pena, pensaba, ya que cuando tuvo noticias de El Enano Saltarín, le vino a la mente cierto paralelismo, cierto deje de La Ballena alegre, aquel lugar surrealista, ese bar que alumbró el mito de Ummo, fascinante y ufológico delirio...

Me parece que este sitio es mucha hojarasca...puertas dimensionales, extraños rituales y mutilaciones, incluso monos que hablan...seguro que el Profesor Zayus servía las copas... O mucho me equivoco o la única magia de este lugar lo provocarían sus alcoholes etílicos...aquí la gente terminaría con un pedal del quince, incluso uno de los parroquianos era farmacéutico... a saber lo que esa tropa se metía en el cuerpo...

Santos se recostó ligeramente en la incomoda silla que le servía de asiento, mientras echó un rutinario vistazo a la cámara...ante él se mostraba, se materializaba, tomaba forma en décimas de segundos, el aporte más espectacular que hubiera soñado nunca...frente sus asombrados ojos, a escasos dos metros, en uno de los aparadores, preciosa y refulgente se había manifestado y aparecido, como por arte de magia una aventurita verde del tamaño de una nuez, un bellísimo cuarzo que lo dejó boquiabierto, maravillado y entusiasmado...   
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Aquí les dejo mi modesta aportación a los Relatos Enlazados, una estupenda idea de la que me he sentido enormemente honrado de participar.
Me precedió en la tarea nada menos que el mítico Miquel Zueras, y cedo el relevo al amigo Bapho quien continuará este fascinante serial veraniego, puede que desde indómitas tierras americanas...           

sábado, 2 de julio de 2011

España en Río (VII y final)

La expedición española semejaba un funeral, tras la media docena de goles encajados ante los anfitriones brasileños. Quedaba el último encuentro, el último partido ante Suecia, los campeones olímpicos, que también habían sufrido... nada menos que una derrota estrepitosa ante los cariocas, y una enorme desilusión ante Uruguay, perdiendo en los minutos finales un partido que tenían más que  ganado. Pero los suecos estaban como tal cosa, lo cual exasperaba a los nuestros, que además coincidían en el mismo hotel de Corcovado.

-Hay que subir la moral, señor Díaz, parece que se haya acabado el mundo, ¡los chavales están hundidos!-argumenta con vehemencia Guillermo Eizaguirre-
-Nos han bajado del cielo, don Ignacio. Nos veíamos ya campeones o casi...este maldito sistema de competición...de Maracaná a Sao Paulo, de San Pablo a Maracaná-recita como en una letanía Benito Díaz.
-Cansancio, lesiones, viajes...más partidos que nadie...y ahora los suecos, que se pasan las horas jugando al billar, tranquilamente, como si esto no fuera con ellos...
-También llevaran lo suyo, amigo mío, pero son del Polo Norte, y lo disimulan..
-Usted no pierde el humor, don Benito...¿cuantos cambios vamos a hacer para el domingo? 

Ese domingo, 16 de Julio, se decidía el IV Campeonato del Mundo, la victoria alada, el Trofeo Jules Rimet. En Maracaná, Brasil contra Uruguay. Un empate les daba la gloria a los de blanco y azul, un título que se les escapó en 1934 y 1938, en tierras europeas, ante las potencias latinas, España e Italia, que los habían noqueado en octavos y semifinales, con Ricardo Zamora y Giuseppe Meazza de verdugos.

Pero en 1950, en Río nadie pensaba en eso.
Ese mismo día, esa misma hora en San Pablo, en el Estadio de Pacaembu, España y Suecia  pugnarían por la tercera  plaza, por la medalla de bronce.
Un empate le era suficiente a España, e incluso si los compañeros de Ademir hacían sangre y lograban una goleada ante los charrúas, los nuestros podían obtener el subcampeonato.


Guillermo Eizaguirre y Benito Díaz se ven obligados a realizar cambios en ese edificio perfecto, en esa maquinaria, que a pleno rendimiento era un equipo de cuidado, el mejor de Europa, de los mejores del Mundo.
Ni Ramallets, ni los bravísimos Gonzalvo, ni Igoa, ni el gran capitán Agustín Gaínza, estaban en condiciones de afrontar el último encuentro, el adiós de esos días, la lucha por acabar con una victoria.

Con mucho cemento y poca torcida, en el Pacaembu de Sao Paulo, España presenta un once de circunstancias:
Ignacio; Asensi, Parra, Alonso; Silva, Puchades; Basora, Hernández, Zarra, Panizo Y Juncosa. 

Los nórdicos no tienen problemas para oponer su escuadra tipo, la misma que estuvo a punto de batir a Uruguay y entregar el campeonato a Brasil:
Svenson; Samuelson, Johansson, Nilsson; Andersson, Gärd; Jonsson, Melberg, Rydell, Palmer y Sundkvist.
Nilsson y Telmo Zarra ejercen de capitanes; el holandés Van der Meer, es el referee que repartirá justicia.


Los hados ya se muestran adversos, esquivos y hostiles desde los inicios. Panizo sufre un choque en el minuto cuatro...y su peroné queda destrozado; el fino interior zurdo del Athletic continúa, escorado ya en la banda, buscando lo que entonces se llamaba el gol del cojo (hasta 1968, en las competiciones oficiales no se permitían sustituciones), y poco después, Telmo Zarra nota un inmenso dolor en el costado...el de Asúa continúa como buenamente puede...pero en realidad estará todo el partido con dos costillas rotas...de esa guisa disputarán los de rojo ese último partido. Aún así circulan el balón, se disfrazan de austriacos...Hernández y Juncosa intentan emular a Panizo o Igoa...pero Suecia, que ha olfateado la inferioridad hispana, se cierra atrás, espera, aguarda...y lanza contragolpes mortales por medio de Sundkvist, Melberg...Ignacio Eizaguirre tampoco tiene su mejor día, y al descanso los vikingos ya ganan 2-0.

En la segunda parte España encierra a su rival, casi con nueve intenta acortar distancias, pero el meta Svensson se luce, sus defensas sacan dos balones que ya entraban...en plena presión de los ibéricos, nuevo contragolpe nórdico, y Palmer logra de bella factura el 3-0...Benito Díaz y Guillermo Eizaguirre se desesperan...nada sale bien..."Nos ha mirado un tuerto", comentan ya con más humor que resignación...
A ocho minutos del final, en una jugada de manual, Basora desborda, centra...y Zarra, el león más bravo de la Catedral, salta, olvida sus costillas rotas, y remata de cabeza, la mejor cabeza de Europa, un gol bellísimo, el 3-1 y unos minutos para una hazaña...que no es posible, los de amarillo aguantan el chaparrón, casi once contra nueve, y el tercer puesto es para ellos.



Pero en Sao Paulo nadie piensa en eso. En el estadio no se oye nada. Sólo un silencio de muerte. Acaba de ocurrir el suceso más espectacular de la historia del fútbol. El único partido que tiene nombre propio. 
En Maracaná, Uruguay derrota a Brasil 2-1. Los celestes, los orientales, los de Obdulio Valera, son los campeones. Esa noche, y la siguiente, y la otra, habrá duelo en Río, en San Pablo, en Bahía.Brasil ya nunca vestirá más de blanco. El meta Barbosa nunca podrá exorcizar ese estigma...


El locutor y cronista Ary Barroso abandona la profesión, ya no transmitirá más partidos de fútbol, y se refugiará en la música, en la bossa, componiendo melodías eternas...


Los españoles se retiran a los vestuarios, lamentando el infortunio de los últimos encuentros, "se pudo ganar a Uruguay y somos mejores que los suecos", afirman los nuestros.
-Imposible hacer más, amigo Benito, con Panizo dando cojetadas, y Telmo lastimado...imposible, señores... -concluye el sevillano, repartiendo sentido común a todo el grupo-
                         ........................

En los días siguientes, de forma escalonada, la expedición española retorna a casa, en uno de los grupos, Benito Díaz y Guillermo Eizaguirre, se disponen a subir las escalinatas del Constelletion.
-A partir de ahora ya todo irá muy rápido, así que permítame que le de un abrazo señor Díaz - 
-Para mí ha sido un placer trabajar con usted don Guillermo.
-Y para mí un honor, don Benito.
Los dos entrenadores se abrazan amistosamente, y sin añadir palabra más, suben al cuatrimotor, un nutrido grupo, casi la tercera parte de la expedición, a hacer el camino de vuelta, casi día y medio...y todos tienen en mente lo mismo, recuerdan las increíbles jornadas que han jalonado esas semanas...la eliminatoria ante Portugal, la concentración de El Escorial, los amistosos ante el Hungaria de Fernando Daucik y Ladislao Kubala...la llegada a Río, la primera e inolvidable visión del Pan de Azúcar...la locura del Copacabana; la angustia y cura de humildad ante Estados Unidos, la excelencia contra Chile...la gloria frente Inglaterra, la lucha sin cuartel y épica ante Uruguay...la debacle de Brasil; la despedida, el once contra nueve frente Suecia...
Pero posiblemente ninguno de esos expedicionarios podía imaginar en ese vuelo de vuelta, el inmenso bien, la enorme felicidad que durante esas días habían regalado a un país, a una sociedad, como la española de 1950, tan necesitada de tantas cosas.
Y esa sociedad, y ese país, desde hace sesenta y dos años, tendrá, tiene una eterna deuda de gratitud para ese equipo, para esa escuadra...para Zarra, Basora, Puchades y Gaínza; Ramallets, Alonso y los Gonzalvo; Panizo, Molowny e Igoa...y para los dos hombres buenos que los mandaban: Guillermo Eizaguirre Olmos y Benito Díaz Iraola.



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