sábado, 6 de febrero de 2010

Duelos al Sol (I)


A tres meses vista del gran evento Eurovisivo no está de más provocar algún tipo de divertimento, deteniéndonos en aquellos años en que dos grandísimas canciones pugnaron de forma increíble por hacerse con el galardón.

A veces este tipo de recordatorios nos puede hacer creer que las mejores ediciones son siempre las más antiguas, y es cierto que el ESC vivió una edad de oro extraordinaria, de 1963 a 1977, pero no me canso de repetir que la irrupción de los países del antiguo telón de acero ha inyectado una dosis enorme de calidad al certamen, y pese a comentarios trasnochados de cierta prensa, este festival está más vivo y pujante que nunca; es más creo que la pasada edición de 2009 fue la mejor de su historia, con más de 12-14 canciones con nivel para ganar sin que hubiera sido injusto...

En 1963, el BBC Television Center fue testigo de una audaz realización televisiva, con actuaciones sin micrófonos visibles y con efectos visuales durante las interpretaciones que dieron un toque muy pop, como no podía ser menos en el Londres de esos años.
La portentosa voz de la israelita Esther Ofarim, defendiendo el pabellón suizo fue siempre en cabeza durante todas las votaciones, pero con los Ingmann, (matrimonio danés) pisándoles los talones y volteándo el resultado merced al polémico voto noruego que tuvo que repetirse porque la conexión con Oslo era un desastre.
La canción ganadora, Dansevise, tenía una estupenda guitarra jazzy, un aire optimista y bucólico, y los Ingmann daban fenomenal en el escenario, con una realización levemente inspirada en algunos créditos de Vértigo, mientras que la excepcional balada suiza de Ofarim, defendida esa noche de forma sobrecogedora, quedando casi exhausta tras la interpretación, es uno de los grandes temas de toda la historia del certamen.
¡No se pierdan la letras de esos temas, ya que los dos vídeos tienen opción de subtítulos!.


























El Usher Hall de Edimburgo fue el escenario del ESC de 1972, ya que aunque la sede debía haber sido Mónaco por su triunfo anterior, hubo renuncia por no encontrar un marco apropiado (?) en el principado, así que tras varios dimes y diretes, todo el show se trasladó a las Tierras Altas.
Ya desde semanas antes se preveía que Luxemburgo y el Reino Unido, o lo que es lo mismo, Vicky Leandros y los New
Seekers no darían opción a ningún tercero en discordia para el triunfo final, pero a la postre la victoria de la gran Vicky Leandros fue algo más holgada de lo previsto, ya que su grandísima balada Après toi, y su grandísima interpretación fue imposible para los famosos Seekers, que vendían discos como pan caliente en todo el orbe anglosajón, y que mostraron que sabían hacer sonar su Beag , steal or borrow en directo casi como si fuera en estudio.







Lo que voy a escribir ahora es politicamente incorrectísimo, pero en 1973, en Luxemburgo ganó la mejor actuación a otro excepcional directo; es decir Mocedades y toda España se quedó con la miel en los labios, y es que siendo la composición y arreglos del mítico Juan Carlos Calderón, y las voces de los chicos de Bilbao una delicia de cinco estrellas, esa noche de abril de 1973 el Noeveau Théâtre de Luxemburgo, fue testigo de como la representante local, la bellísima Anne Marie David y su vestido rojo se impusieron en la foto finish, con una fuerza vocal arrolladora (
la voz de cristal se le apodó desde esa noche) y su Tu te reconnaîtras superó al legendario Eres Tú.





Y para terminar esta primera entrega de duelos, ya no sé si al sol, en la alta sierra o en el O.K. Corral nos detendremos en 1975, en Estocolmo y su Eriskmaessa, con una fría y recien estrenada primavera y con los Shadows, los virtuosos de la guitarra eléctrica, que llevaban quince años triunfando en todo el mundo, y que eran los grandes favoritos de toda la prensa con su Let me be a one.
No debían haber tenido los británicos ninguna competencia seria, ya que aparte de la calidad de su canción, su directo fue uno de los mejores que se hayan visto u oído en el ESC, pero tuvieron la mala fortuna de cruzarse con posiblemente el tema más endiabladamente pegadizo que se haya compuesto nunca, que respondía al complejo nombre de Ding a dong y que para colmo fue muy bien entonada por la cantante holandesa de Teach-In, superando en catorce puntos a la mejor canción de esa año...




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