miércoles, 22 de noviembre de 2006

La Esperanza del 82.




Malos, muy malos tiempos corren para la selección de nuestros pecados; tan desarmada y casi cautiva como ese ejercito del 39, y más desmoronada aún, que aquellos muros que cantaba don Francisco...

El fútbol nos fascina, entre otras cosas, porque entronca directamente con nuestra infancia, y porque siempre podrá dar la ocasión de una revancha, de un partido de vuelta. Por ello es fácil encontrar lances de catástrofe similar o aún peor, que pudieron quedar atrás como un mal sueño...

Creo que mi generación, y puede que otras, pudo quedar marcada por aquel Mundial 82, a celebrar en nuestro país, y que muchos esperábamos, en un ingenuo optimismo, como el momento de ser una equipo de primer orden, de hacer frente a los primeras espadas y disfrutar de un torneo inolvidable.
Inolvidable desde luego si que fue... nunca podré olvidar la sensación de estupor e incredulidad absoluta, ante el espectáculo que España ofreció ante esa potencia del balompié llamada Honduras. Los centroamericanos, capitaneados por el Primitivo Madariaga, se adelantaron a los pocos minutos de iniciarse el choque, y no sería hasta mediada la segunda parte, y de penalti, cuando los nuestros consiguieron un triste empate... Aquello fue sólo el comienzo de un ridículo estrepitoso, que no logró paliar ni la complaciente actuación del colegiado danés Land-Sorensen, que pitó un penal inexistente contra Yugoslavia, y luego ordenar repetirlo las veces que hiciera falta... Ese 2-1 contra los balcánicos sería nuestra única victoria en todo el torneo. Después, derrota ante Irlanda del Norte, (otra gran potencia de tronío) que nos mandaba a jugarnos el pase contra Alemania e Inglaterra, y , lógicamente, España quedaría la tercera en ese grupo de tres...El combinado de José Emilio Santamaría todavía ostenta el triste privilegio de ser el peor equipo anfitrión en toda la historia de los mundiales...

Tras aquel desastre, y la lógica deliberación, decidió la Federación Española del inefable Pablo Porta ofrecer el cargo de máximo responsable a Miguel Muñoz, que ostentaba en su haber con seis copas de Europa, tres como jugador, en su brillantísima etapa de trece años al frente del Real Madrid.
Castizo, divertido, ameno conversador y con gran mano izquierda para la prensa, era el hombre idóneo para olvidar la pesadilla de ese verano, amén de que circulaba la especie de su suerte innata, y que tenía una célebre flor, para algunos un jardín botánico, donde la espalda pierde su casto nombre...

Muñoz emprendió una renovación en toda regla, licenciando a jugadores consagrados como Juanito, López Ufarte, Alexanco, Quini, y dando la alternativa a nuevos valores, a hombres que dieron un gran rendimiento, (Señor, Manolo Sarabia, Rincón) e introduciendo novedades tácticas de gran sentido común, como situar a Camacho en su posición natural de lateral zurdo,(Santamaría se obstinó, de forma absurda, en colocarlo por la derecha) y de éste modo poder adelantar a Rafael Gordillo al medio campo, donde podría realizar sus legendarias internadas sin tener que sacrificarse en defensa..., defensa que era la mejor linea del equipo, ya que don Miguel se sacó de la chistera la mejor pareja de centrales de los últimos treinta años: Goicoechea y Maceda. Además de forma paulatina, a dosis casi homeopáticas, fue convocando un grupo de jóvenes promesas que formarían la llamada "Quinta del Buitre".
El resultado fue que el cuatrienio 82-86 se convirtió en uno de los periodos más brillantes de nuestro fútbol, que vivió momentos inolvidables como el 12-1 a Malta, dejando a media España afónica de tanto cantar goles (hasta J. Ángel de la Casa se emocionó en el gol de Señor), y que propició la clasificación para la Eurocopa de Francia, donde se derrota sorprendentemente a Alemania, en el minuto 90 ¡¡Gool de Maceda!!, y superar una angustiosa semifinal contra la "Dinamita Danesa", merced a un penalti decisivo transformado magistralmente por Manolo Sarabia...Un absurdo error de Arconada sería el poso agridulce de un estupendo subcampeonato ante los bleu de Michel Hidalgo...

España se había transformado, por vez primera en mucho, mucho tiempo en un equipo muy competitivo, que manejaba un pressing terrible, tenía un rigor defensivo altísimo... y hombres que podían hacer gol en cualquier momento.
El punto culminante de esa escuadra sería el Mundial de México 86, donde se tutea a Brasil (un partido marcado por un colegiado australiano que no vio el famoso gol de Michel, ni el offside de Sócrates en la jugada decisiva) se derrota con autoridad al Ulster ¡cuatro años después! y se golea a Argelia, para en el cruce de octavos derrotar a Dinamarca 5-1, en uno de los partidos más completos que hayan jugado los nuestros en décadas. Una desgraciada tanda de penaltis ante Bélgica, y ¡ay! el mal cálculo de Muñoz, que viajó al mundial con pocos defensas (España jugó ese encuentro diezmada por lesiones y sanciones) evitó que nos jugáramos ante Argentina el pase a la final.

En aquellos cuatro años se impusieron cánticos espontáneos de ánimo y celebración (Nada que ver con el más reciente "a por ellos") como ese "Sí, sí, sí, ¡España va a París! mientras caían los goles a Malta en el Villamarín, o el más surrealista "¡Oa, oa, oa, Butragueño a la Moncloa!" tras la goleada a Dinamarca en México y las cuatro dianas del "Buitre".(Curiosamente, la costumbre de celebrar los triunfos del Real Madrid en Cibeles arranca del mundial mexicano.)

Por eso, al mirar nuestra selección de 2006, y "mirar los muros de la patria mía/si un tiempo fuertes ya desmoronados"... tan desarmada y casi cautiva como ese ejercito del 39, y dirigida con menos temple, ¡voto a bríos! que la Invencible en el Mar del Norte...
Y sin embargo, siempre hay que esperar un encuentro de vuelta... Cuando se consumó el descenso a los infiernos que supuso el mundial 82, lo último que podíamos soñar era disputar una final de la Eurocopa en el Parque de los Príncipes, o que pudiéramos ser tan dichosos con un equipo como en aquellos días, en los que se marcaban doce goles en un partido, o se volaba hacia la gloria en La Corregidora de Querétaro...
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