
Pero al acabar las vacaciones de verano de 1972 y pasar del parvulario a primero de la Educación General Básica, nos tocó un suerte un profesor, que aparte de ser un estupendo maestro, era un verdadero fanático del balompié; formaba equipos, organizaba partidos e incluso increpaba a quienes no participaban de semejante fiesta.
El resultado es que para la festividad del Pilar yo ya me había convertido en un auténtico devoto de mi nuevo credo futbolístico. Veía los partidos por la televisión, acudía con mis padr

Empecé a coleccionar un maravilloso álbum de cromos de Ediciones Fher, de la primera división española de la temporada en curso, 1972-73. Aquello era el paraíso, ya que podía disfrutar de los 18 equipos, de sus plantillas básicas, de sus equipaciones en pleno color...y es que en aquellos años la televisión era en blanco y negro, y el fútbol, el prado verde, las vistosas equipaciones eran ensombrecidas en diferentes tonos de grises, pardos, blancos y negros... el álbum de Fher era todo un mosaico de color, de camisetas vivas, de césped verde, de escudos fascinantes...
El fútbol ya era lo que más me gustaba, pero curiosamente, no era de ningún equipo en particular; en realidad me gustaban todos, disfrutaba de las excelencias de todas sus estrellas y me fijaba en sus vestimentas y escudos.
Enseguida memoricé la delantera del Real Madrid, Amancio, Pirri, Santillana, Velázquez y Aguilar, pero en realidad me atraían más sus vecinos rojiblancos, me encantaba esa camiseta y el juego de Luis Aragonés, Irureta, Gárate y Alberto. Mi abuelo Teodoro, me decía que nadie tiraba los penaltys como Luis "Luis lanza a un lado, y engaña siempre al portero, que se tira al lado contrario", me contaba entusiasmado, con un farias en la mano y una copa de fundador en la otra.
Otro equipo por el que sentía igual fascinación era la Unión Deportiva Las Palmas, con su equipación amarilla, su pantalón a


hermosísimo, nada menos que la Cruz de Santiago.Menos en cambio me atraía el Barcelona, demasiado oscura esa mezcla azulgrana, aunque me quedaba con la boca abierta con la elegancia del talentoso extremo Charlie Rexach y como lanzaba faltas, como centraba, como chutaba a puerta...
La puerta, la portería...más que los delanteros me fijé enseguida en los porteros.Ése era mi puesto favorito, ahí me gustaba colocarme, bajo los tres palos,( aunque mis cualidades no fueran para ése, y quizás para ningún otro).
No sé en que momento, pero en esos partidos de televisión me fijé en una figura alta, sobria, siempre y completamente de negro, a la usanza del soviético Lev Yashin, sólo roto por sus medias rojiblancas, y el dorsal número uno en fondo blanco. Aquella figura era José Ángel Iríbar, el guardameta del Athletic de Bilbao y la Selección Española, alguien que blocaba balones casi sin esfuerzo, sin estridencias; se colocaba como ningún otro portero en España, cubría toda el área, en el uno contra uno era inexpugnable, mandaba en el equipo, todos los rivales, todos los delanteros lo admiraban y lo respetaban...
Era conocido como El Chopo, y la grada de San Mamés lo veneraba, y a lo menor ocasión coreaba con alegría lo de

Me fijé en su equipo, en el Athletic, en su equipación, igual que la del Atlético de Madrid, pero más bonita, porque combinaba la zamarra rojiblanca con un pantalón negro, más elegante que el azul, y me sentí atrapado por ese Estadio con nombre de santo, por la clase de Rojo I, la serenidad de Iñaki Sáez, la fortaleza de Guisasola...
Aquellas navidades, las navidades de 1972 yo ya sabía lo que quería para Reyes. En casa me advirtieron que si me portaba bien podía venir de Tudela, de mis abuelos, un balón de reglamento, y de parte paterna nada menos que la equipación del equipo que me gustara.
-¿Qué traje quieres, me preguntó mi padre, el del Real Madrid, el Atlético de Madrid, la Selección española?
-Bueno, no sé, ¡A mí me gusta Iríbar! respondí muy seguro.
-¡Pero Iríbar no es jugador de campo!, bueno ya veremos lo que los Reyes pueden hacer, concluyó mi padre.
En esa noche de Reyes, como en

Al abrirla descubrí, boquiabierto y entusiasmado un estupendo balón de cuero, de reglamento, que efectivamente había venido vía Tudela, un esferíco que (yo no lo sabía) era la réplica del balón de los Mundiales de Inglaterra 66.
Al fondo, puesto sobre un
