martes, 21 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

De pequeño no me gustaba el fútbol. En realidad no es que no me gustara, es que sentía hacia ese deporte la indiferencia más absoluta. Prefería jugar con mis indios, vaqueros, los fuertes, leer los tebeos de Bruguera o ver los dibujos animados de Don Gato, Meteoro o Simbad el Marino.
Pero al acabar las vacaciones de verano de 1972 y pasar del parvulario a primero de la Educación General Básica, nos tocó un suerte un profesor, que aparte de ser un estupendo maestro, era un verdadero fanático del balompié; formaba equipos, organizaba partidos e incluso increpaba a quienes no participaban de semejante fiesta.
El resultado es que para la festividad del Pilar yo ya me había convertido en un auténtico devoto de mi nuevo credo futbolístico. Veía los partidos por la televisión, acudía con mis padres al Estadio Municipal Escribano Castilla para seguir las andanzas del Club Deportivo Motril, y disputaba imaginarios y épicos encuentros contra mí mismo, en un fabuloso patio coronado por una señorial madreselva.

Empecé a coleccionar un maravilloso álbum de cromos de Ediciones Fher, de la primera división española de la temporada en curso, 1972-73. Aquello era el paraíso, ya que podía disfrutar de los 18 equipos, de sus plantillas básicas, de sus equipaciones en pleno color...y es que en aquellos años la televisión era en blanco y negro, y el fútbol, el prado verde, las vistosas equipaciones eran ensombrecidas en diferentes tonos de grises, pardos, blancos y negros... el álbum de Fher era todo un mosaico de color, de camisetas vivas, de césped verde, de escudos fascinantes...
El fútbol ya era lo que más me gustaba, pero curiosamente, no era de ningún equipo en particular; en realidad me gustaban todos, disfrutaba de las excelencias de todas sus estrellas y me fijaba en sus vestimentas y escudos.
Enseguida memoricé la delantera del Real Madrid, Amancio, Pirri, Santillana, Velázquez y Aguilar, pero en realidad me atraían más sus vecinos rojiblancos, me encantaba esa camiseta y el juego de Luis Aragonés, Irureta, Gárate y Alberto. Mi abuelo Teodoro, me decía que nadie tiraba los penaltys como Luis "Luis lanza a un lado, y engaña siempre al portero, que se tira al lado contrario", me contaba entusiasmado, con un farias en la mano y una copa de fundador en la otra.
Otro equipo por el que sentía igual fascinación era la Unión Deportiva Las Palmas, con su equipación amarilla, su pantalón azul, al igual que la selección brasileña, y jugando casi como los cariocas, con un estilo lento, preciosista y bello, aquella equipación era tan vistosa como la del Celta de Vigo, camiseta celeste, pantalón blanco, y un escudo
hermosísimo, nada menos que la Cruz de
Santiago.Menos en cambio me atraía el Barcelona, demasiado oscura esa mezcla azulgrana, aunque me quedaba con la boca abierta con la elegancia del talentoso extremo Charlie Rexach y como lanzaba faltas, como centraba, como chutaba a puerta...
La puerta, la portería...más que los delanteros me fijé enseguida en los porteros.Ése era mi puesto favorito, ahí me gustaba colocarme, bajo los tres palos,( aunque mis cualidades no fueran para ése, y quizás para ningún otro).
No sé en que momento, pero en esos partidos de televisión me fijé en una figura alta, sobria, siempre y completamente de negro, a la usanza del soviético Lev Yashin, sólo roto por sus medias rojiblancas, y el dorsal número uno en fondo blanco. Aquella figura era José Ángel Iríbar, el guardameta del Athletic de Bilbao y la Selección Española, alguien que blocaba balones casi sin esfuerzo, sin estridencias; se colocaba como ningún otro portero en España, cubría toda el área, en el uno contra uno era inexpugnable, mandaba en el equipo, todos los rivales, todos los delanteros lo admiraban y lo respetaban...
Era conocido como El Chopo, y la grada de San Mamés lo veneraba, y a lo menor ocasión coreaba con alegría lo de "Iríbar es cojunudo, como Iríbar no hay ninguno".
Me fijé en su equipo, en el Athletic, en su equipación, igual que la del Atlético de Madrid, pero más bonita, porque combinaba la zamarra rojiblanca con un pantalón negro, más elegante que el azul, y me sentí atrapado por ese Estadio con nombre de santo, por la clase de Rojo I, la serenidad de Iñaki Sáez, la fortaleza de Guisasola...

Aquellas navidades, las navidades de 1972 yo ya sabía lo que quería para Reyes. En casa me advirtieron que si me portaba bien podía venir de Tudela, de mis abuelos, un balón de reglamento, y de parte paterna nada menos que la equipación del equipo que me gustara.

-¿Qué traje quieres, me preguntó mi padre, el del Real Madrid, el Atlético de Madrid, la Selección española?
-Bueno, no sé, ¡A mí me gusta Iríbar! respondí muy seguro.
-¡Pero Iríbar no es jugador de campo!, bueno ya veremos lo que los Reyes pueden hacer,
concluyó mi padre.

En esa noche de Reyes, como en todas, apenas pude dormir. No me atrevía ni a moverme siquiera, ni a respirar demasiado fuerte, temblando de oír o ver algo. Tras aquella madrugada que se me hizo casi eterna, seguimos la iniciática pista de caramelos,que Sus Majestades siempre dejaban en mi casa, que se detenía ante la puerta cerrada de la Salita.
Al abrirla descubrí, boquiabierto y entusiasmado un estupendo balón de cuero, de reglamento, que efectivamente había venido vía Tudela, un esferíco que (yo no lo sabía) era la réplica del balón de los Mundiales de Inglaterra 66.
Al fondo, puesto sobre un sillón, estaba el mayor regalo que haya recibido en toda mi vida: Una equipación completa, con medias vistosísimas, un calzón negro y una preciosa zamarra rojiblanca, con escudo incluido. En la espalda de esa camiseta y primorosamente cosido por unas manos maternas en skay negro, sobresalía el número uno de El Chopo, el número uno de José Ángel Iríbar...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya que historia tan fantástica, cuando me preguntan de manera incesante que por qué somos del athleti de Bilbao, siempre respondo que es cosa de familia, que a mi hermano le gusta y todos vamos detrás...ahora ya tengo algunos detalles más así que después de todo, somos lo que somos por el Iribar, no esta mal, le hará rabiar a Francisco con esta historia.

El Tirador Solitario dijo...

Ja,ja eso no es nada anormal en el deporte; Luis Arconada hizo que muchos niños fueran de la Real Sociedad, o Johan Cruyff del Barcelona, pero seguro que ningún niño de mi generación tuvo una camiseta del Athletic, con el número uno a la espalda.

Anónimo dijo...

me encanta! absolutamente excepcional, y la foto final es la guinda del paste!! Felicidades Tirador!!

Bratislavčanka

Pepe Cahiers dijo...

Bonita historia. Parece mentira, con el buen porte de futura promesa futbolística que tiene usted en esa foto, y lo malo que era usted en su juventud jugando a este querido deporte. Sólo yo podría competir con usted en esa negación práctica del fútbol. Por cierto, me ha dado cierta rabia que no haya mencionado usted al Granada de Fernandez, Montero Castillo o Porta.

El Tirador Solitario dijo...

-Amiga Bratislacanka, gracias por su comentario, la verdad es que fútbol e infancia casan bien, pero que muy bien.
- Sr. Cahiers, agradecido por sus palabras. La verdad es que el Granada forma parte de la mejor historia de la Liga Española en los primeros 70, y aunque era seguido en mis entornos cercanos, yo lo veía en aquella época como el equipo de la capital, como un rival que alguna vez haría frente el Club Deportivo Motril...

Anónimo dijo...

Una auténtica historia navideña!!, Me ha resultado fascinante!
Una nueva admiradora..

El Tirador Solitario dijo...

Muy agradecido, amiga Anónima, bienvenida al blog; está usted en su casa...

Blue Day dijo...

Preciosa historia. Me ha encantado, aunque haya fútbol por medio (mi odio profundo viene también de la infancia). Feliz año tirador.

El Tirador Solitario dijo...

Amiga Blue Day, gracias por su comentario.Como he dicho antes fútbol e infancia casan muy bien, ¿Sabe por qué? Es de las pocas cosas que permanecen inalterables, cuando el equipo de nuestros amores gana un partido, mete un gol, sentimos la misma alegría, la misma emoción que cuando teníamos siete años y lo celebrábamos alborozados...
Feliz año nuevo.

Clementine dijo...

Bonito Cuento de Navidad con final feliz incluído. Y muy bien contado también, realmente lo tiene todo. Feliz Año a ti y a tu blog.

El Tirador Solitario dijo...

Bienvenida Clementine, y gracias por tu generosidad. Es un placer verte por estos lares...

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