lunes, 6 de diciembre de 2010

De Budapest a Barcelona


Hace unas semanas el gran Santiago Segurola, una de las mayores plumas deportivas de los últimos 25 años, describía en un brillante artículo los avatares de los sistemas tácticos en las últimas décadas del balompié, para terminar todo ese recorrido en la época dorada y contemporánea del F.C. Barcelona y su máximo responsable Pep Guardiola.

No creo que haya muchas dudas que la edad moderna del fútbol nace en 1951 en
Centroeuropa, merced a un fabuloso equipo húngaro, el Honved, que dominó el panorama europeo, táctica y tecnicamente, y que asombró y maravilló con su juego eficaz y atractivo. Ese equipo derrotaba a sus rivales con un juego de precisión y toque, así como continuos desmarques e incursiones por sorpresa de los interiores que apoyaban o realizaban funciones de delantero centro, ante el asombro de sus oponentes. Por aquellos tiempos estaba de moda el sistema táctico conocido como la WM, que ya desde los años 30 el Arsenal y los austriacos del Wonderteam utilizaban con maestría, pero ese ordenado sistema (una especie de 2-3-2-3, para que se hagan una idea) era destrozado una y otra vez por los magiares de Budapest que casi ridiculizaban lo que se les ponía por delante.
El
Honved era la columna vertebral de la selección húngara, (con aportes del otro equipo de la capital el MTK), que en 1953 se desplazó a Inglaterra para disputar un amistoso ante los británicos.
Lo que el estadio de
Wembley vivió esa tarde fue una exhibición de juego y goles, un 3-6 a favor de los de Puskas que empezaron a tocar el balón y a desdoblar posiciones entre ellos, lo que provocó el caos en las filas de los pross, y la admiración de la experta parroquia londinense que puesta en píe ovacionó a sus rivales al final del partido.
Se programó una devolución de visita, una revancha para restañar el herido orgullo británico, pero el resultado fue un 7-1, un repaso
futbolístico de tal naturaleza que conmocionó a todo el planeta fútbol, que miraba asombrado lo que ocurría en la ribera del Danubio.

Unos meses más tarde se celebró el Campeonato del Mundo en Suiza, y aquel maravilloso equipo no pudo ser campeón. Lastrado por un cuadro infernal,(Brasil en cuartos y Uruguay en semifinales), que provocó partidos de una dureza e intensidad inimaginable, fueron derrotados en la final de Berna ante unos descansados alemanes por 3-2, aunque todos sabían que aquella escuadra era la mejor del mundo.
El Honved y aquella selección continúo dominando el panorama europeo, pero los vientos de la historia, como más de una vez ha ocurrido en el deporte truncó definitivamente esa generación.Y es que ni el Real Madrid hubiera conseguido cinco copas de Europa, ni los cariocas de Pelé hubieran tenido un camino de rosas en Suecia-58 de no ser por que un 4 de Noviembre de 1956, mientras el Honved preparaba una eliminatoria europea ante el Athletic Club de Piru Gainza, las divisiones soviéticas irrumpieron en Budapest y esos vates del balompíe ya no volvieron a su país, algunos hasta pasados más de veinticinco años...






Para volver a disfrutar con algo semejante hubo que esperar a los años 70, y curiosamente en una región de tan poca tradición futbolística hasta ese momento como eran los Países Bajos.
La revolución del Ajax de Johan Cruyff y Marinus Michels es incomprensible sin las influencias del Honved. Aquello fue conocido en toda Europa como el Fútbol Total, y es que de forma simple se hablaba de un equipo en el que todos atacaban y todos defendían; no era exactamente eso, es que cualquiera podía realizar casi cualquier función, y es más, la defensa del Ajax comenzaba en la delantera, y el ataque ya era patente cuando Ruud Krol movía el balón...mover el balón...esa era la clave, un equipo que movía y movía, se desmarcaban, al igual que los húngaros se desdoblaban, y sus rivales en la Copa de Europa, ya fueran Juventus, Inter, Bayern de Munich, Real Madrid, Atletico de Madrid, Arsenal...todos ellos caían pulverizados ante esa perfección táctica y de nuevo técnica, de una generación inigualable, que logró las copas de Europa en 1971-72 y 73.


Al igual que los húngaros en 1954, Holanda no fue campeona del Mundo en 1974, y de nuevo los alemanes se interpusieron para frustrar la gloria del mejor equipo del Mundo. En una final espectacular y épica , que pude disfrutar con ocho años por la TV de blanco y negro, y en compañía de mi padre contemplé el mejor fútbol que se haya visto jamás. Días antes los neerdenlandeses habían humillados a los brasileños de Luis Pereira y Riveliño, sí, a los magos del balón y del toque, que ni vieron el esférico en aquella noche ante el toque mejor aún y la superior táctica de los de Michels. Desesperados en los últimos minutos, los del jogo bonito no tuvieron otra cosa que hacer que dedicarse a dar patadas...
Los últimos quince minutos de aquella final de Munich fueron increíbles, con 2-1 ya para los germanos, que no salían de su área, ante el vendaval de juego holandés. Cuando los oranges recibieron sus medallas de subcampeones, todos sabíamos que ése era en realidad el mejor equipo...
Aquella escuadra todavía fue finalista en Argentina-78, pero la ausencia voluntaria de Cruyff, y algún aspecto turbio de ese campeonato no jugaron precisamente a favor de aquellos herederos de los magiares...

Precisamente la presencia de Johan Cruyff, primero como jugador y más tarde como técnico es imprescindible para comprender la revolución futbolística que tiene lugar en el F.C. Barcelona en 2008. En plena etapa de crisis deportiva e institucional del club, se le entregan poderes absolutos al entrenador del tercer equipo, el elegante mediocampista Josep Guardiola. Éste como jugador había formado parte del Dream-Team, que a las ordenes de Cruyff había asombrado a la España deportiva en los primeros noventa. Pero Guardiola fue más lejos en su concepción de juego total, ya que limó los errores defensivos de los que adolecían en demasía los equipos de Johan, realizando siempre una presión axfisiante, pero a partir de ahí, la filosofía no era distinta a la de sus precursores húngaros y holandeses, con unas posesiones largas de balón, que culminaban en el momento que dislumbraban el más mínimo hueco en la zaga rival. Al igual que los mágicos magiares y los del Ajax se trataba de un equipo de cantera, de jugadores propios, y como era natural ese equipo era la base del combinado nacional, en este caso la selección española.
Pero a diferencia de Honved y Ajax, que si dominaron el fútbol europeo, aquella escuadra nacional si pudo ser campeona del Mundo, realizando auténticas clases de fútbol, como fueron las semifinales ante Alemania, o la final contra una Holanda muy distinta a la de 1974. De hecho, el gol de Andrés Iniesta en Sudáfrica es una jugada muy del Barcelona, con pases en la zona de 3/4 del rival que culmina en el hallazgo de una fisura en la defensa contraria que aprovecha el manchego para sellar el triunfo definitivo.







No deja de ser significativo que el gran rival en España del Barcelona, el Real Madrid, elegido el mayor club de fútbol del siglo XX, se reforzara de tal modo para frenar el poderío blaugrana, nada menos que realizando en dos años una inversión de casi 500 millones de euros, amén de entregar las llaves del reino blanco al considerado mejor entrenador del mundo, el portugués José Mourinho, que con su fútbol, entre industrial y de guerrilla del vietcong, asegura triunfos y títulos allá donde vaya.
Lo que nadie podía sospechar es que el primer encuentro entra ambas filosofías fuera un calco de lo que sucediera en el Nepstadiun de Budapest hace 56 años, cuando Inglaterra rindío visita a tierras húngaras para dejar claro que la hegemonía del fútbol seguía siendo cosa de su añeja tradición, y los Matthews y Brigth estuvieron durante noventa minutos persiguiendo sombras, sombras que movían, movían y movían una y otra vez el balón...

6 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Me alegro de que vuelva usted al mundo de la escritura. Parece que su atrofia metacarpiana ha pasado ya. Lo del Madrid corresponde a un cambio de ciclo, como en historia se cambia también a las superpotencias dominadoras, ya sabe, Grecia, Roma, España, Inglaterra, EEUU... El incoveniente del Madrid son, por un lado, su urgencia historica por conseguir títulos y, por otro, el miedo obsesivo, cerval, que le ha inoculado el Barcelona en los últimos años. Para impulsar la cantera en equipos hambientos de éxitos se necesita una calma fría, casi reptiliana.

El Tirador Solitario dijo...

Gracias por sus palabras Sr. Cahiers.
Como buen aficionado del Athletic Club admiro a los equipos, que pese a tener un presupuesto al nivel de NBA, buscan como mayor tesoro su cantera propia.
Fíjese lo que ha pasado este año en los tres nominados al Balón de Oro, no es que sean del Barcelona, ¡Es que los tres son de la Masía!. No deja de ser un fenómeno admirable, aunque no sé si irrepetible...

Pepe Cahiers dijo...

Si, pero lo malo de esto es que, desde la prensa de Barcelona, se han echado las manos a la cabeza sobre la españolidad de dos de los nominados, como si la Masía fuera república independiente.

El Tirador Solitario dijo...

Pues debo haber estado algo despistado, porque lo que sí he visto, mejor dicho oído, fueron unas declaraciones de Pep Guardiola en las que pedía a la afición española que hiciera también como suya la nominación como finalista de Leo Messi, ya que lleva en nuestro país desde los doce años.
De todos modos lo brutal del dato no es que sean jugadores del Barcelona, no es que sean nacionales uno, dos o tres de los nominados, es que los tres son de su escuela de promesas. Eso es algo nunca visto en el fútbol mundial...

Pepe Cahiers dijo...

Yo no he mencionado a Pep, me he referido a la prensa catalana, concretamente a la deportiva. Que sean de una misma escuela de fútbol me parece muy bien, pero que se utilice ese dato para proclamarlo como un hecho diferenciador del resto de este país, no tanto. Messi es díficil considerarlo como español, puesto que ha jugado con la selección argentina y eso, querido amigo, es determinante.

El Tirador Solitario dijo...

Bueno, Sr. cahiers, es que el nivel de la prensa deportiva, ya sea de Barcelona o Madrid está en el subsuelo, y se acerca mucho a lo que sería una prensa amarilla.
Una lástima, o como diría García ¡Qué pena!...

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