lunes, 2 de mayo de 2011

España en Río (IV)

El Wunderteam era el sobrenombre con el que era conocida la selección austriaca en la década de los años treinta, y que maravilló a toda Europa con el fútbol más moderno y técnico que se había visto hasta aquel entonces. Ese fabuloso equipo destacaba por su juego colectivo y la elegancia de la llamada escuela centroeuropea, siendo la antítesis del catenaccio italiano o los aires verticales y directos de los británicos.
Mientras Benito Díaz y Guillermo Eizaguirre preparaban el decisivo encuentro de ese domingo en Maracaná, en los Campeonatos no se hablaba de otra cosa que no fuera la sorprendente derrota de los pross ante los norteamericanos, aquel 0-1 de Belo Horizonte, que había supuesto en las Islas Británicas la mayor conmoción de su historia desde la victoria en 1945 y el fin de la II Guerra Mundial.
En realidad ese día la fortuna se cebó de forma inmisericorde contra los ingleses, que en el minuto diez ya podían haber sentenciado el choque, con un 3-0 como mínimo a favor, por cantidad de ocasiones y juego. Incluso con el marcador en contra, Mortensen falló un penalty que hubiera supuesto el empate. Un accidente absurdo y fatal, la miseria y la grandeza del balompíe, dirían los clásicos, daban a ese España-Inglaterra del domingo dos de Julio de 1950, en el majestuoso Estadio de Río de Janeiro un aire y expectación inenarrable.
La previa del encuentro jarreó agua, descargó lluvia, toda la noche  fue un aguacero constante y ese domingo ya sin chubascos, pero con nubes, parecía el marco perfecto para los insulares, que adoran jugar en ese tipo de terrenos húmedos. 

Telmo Zarra y Agustín Gaínza sonreían ante esa coyuntura que tanto asustaba a sus compañeros "Así jugamos todos los domingos en San Mamés, y nos va de maravilla", repetían animosos a sus compañeros...

Aquella tarde, que semejaba otoño, Maracaná presentaba más de media entrada, lo que significaba que casi 120.000 espectadores, casi en su totalidad aficionados cariocas estaban preparados, expectantes para disfrutar lo que se suponía iba a ser el mejor encuentro del torneo hasta ese momento.
Sir Walter Winterbottom, el seleccionador anglosajón,  dispuso sus mejores hombres para ese día: Bert Williams en el arco; Alf Ramsey, Hughes y Eckersley en la defensa; Billy Wrigth y Dickinson en la media y la poderosísima vanguardia de ese equipo la componían nada menos que Sir Stanley Matthews, Mortensen, Jackie Milburn, Baily y Tom Finney.


El once hispano, los elegidos por el tándem Eizaguirre-Díaz era un equipo de muchos, muchos quilates: Ramallets, bajo los tres palos; Alonso, Parra, Gonzalvo II en la defensa; Gonzalvo III y Puchades en el eje de la medular; y la temible delantera española, que ya empezaba a ser mirada con enorme atención por toda la prensa que seguía el evento: Estanislao Basora, Igoa, Telmo Zarra, Panizo y Agustín Gaínza.

Tal y como estaba concebida la reglamentación del torneo, sólo los campeones de grupo accedían a la fase decisiva. De ese manera un simple empate bastaba a los nuestros para quedar entre los cuatro primeros y jugarse las medallas y ser campeones del mundo. Los ingleses tenían que ganar ese día para forzar un encuentro de desempate, pero esa opción se antojaba terrorífica para todo el plantel español, que ni quería contemplar esa posibilidad ni en pintura.

A las ordenes del arbitro italiano Galeati, se saludan los capitanes, Billy Wrigth el mejor volante de Europa por los pross, y Agustín Piru Gaínza, el sensacional extremo zurdo del Athletic de Bilbao.
Por aquel entonces no había medición de audiencias, ni nada que se le pareciera, pero se estima que más de diez millones de oyentes estaban pendientes de la radio, de la trasmisión que Radio Nacional en la voz de Matías Prats, haría llegar la narración de ese encuentro que tenía paralizada  España. Al igual que en Inglaterra, con la señal procedente de la BBC. Aquél era el partido más importante, más esperado en toda Europa, en todo el Mundo. 

Comienza el choque...y España empieza a mover el balón con una tranquilidad asombrosa, templando en medio campo, jugando al pie, al pasto, a ras de hierba, con posesiones largas, que causan incredulidad y sorpresa durante cinco minutos a los inventores del fútbol, que era lo último que podían esperar, fuera del racial juego de banda, centros de Gaínza y Basora, y testarazos de Telmo Zarra.
Sir Winterbottom no espera ni un segundo más, y percibiéndose de la celada que le había preparado el viejo zorro de Benito Díaz y que impedía con ese ritmo que la transición de los suyos fuera efectiva, salta del banquillo, dando instrucciones a Matthews, que no puede evitar sonreír mientras transmite las mismas a Billy Wrigth. Éste asiente, y lo que se ve a partir de ese momento provoca la admiración y el aplauso de los 120.000 privilegiados de esa tarde en Maracaná. 
La escuadra de los tres leones empieza a mover el balón de la misma manera que los españoles, con juego horizontal, posesiones largas, desafiando a los de rojo a ver quien sabe hacer mejor de austriaco. Y es que aquello parecía un encuentro de la Mitropa Cup, un desafío entre Hungría y Austria o un duelo a técnica exquisita de florete entre el Rapid de Viena y el Slovan de Bratislava.
Los murmullos de admiración, los aplausos eran una constante en el graderio, que veía maravillado ese espectáculo.
A los catorce minutos, una prodigiosa combinación inglesa culmina en un sensacional centro de Finney, que Mortensen cabecea de forma impecable a la red. Se  anula por un escaso medio metro de fuera de juego. Eizaguirre y Benito se miran angustiados...
España reacciona, y una pared entre Gaínza, Zarra y Panizo, la fiel caballería del Athletic, culmina en un impresionante chut del virtuoso interior, que se estrella de forma espectacular en el larguero.
Y poco antes del descanso, Mortensen dribla a Parra, y lanza un remate, que golpea en Antonio Puchades, obligando a Ramallets a realizar un escorzo, una rectificación inverosímil a mano cambiada, que provoca la mayor ovación oída nunca en el Coliseum de Río..a partir de ese día Antonio Ramallets, la gran apuesta de Guillermo Eizaguerri, dejó de ser El Gato de las Corts para convertirse en El Gato de Maracaná...


Se llega al descanso con empate a cero que servía a España para llegar a las finales. El ambiente era de concentración enorme,siendo atendido e infiltrado Panizo, por un golpe muy doloroso en la rodilla. Tío Benito no duda en animar a los suyos:
-Lo estamos haciendo fenómenal, de maravilla; sólo nos falta un poco, un poquito más...y damos la campanada.
Guillermo Eizaguirre se dirige a Puchades, lo toma aparte, y poniéndole la mano en el hombro, le afirma con gran aplomo.
-Antonio, es usted el ancla, el equilibrio de este equipo. Siga así con Wrigth, vaya al choque como lo está haciendo. Eso nos es vital.
Cuando están a punto de volver al prado, Benito llama a Basora, Zarra y Gaínza, y picaramente les espeta:
-Estamos jugando casi al ciento por ciento. Si ustedes tres son capaces de ir un poco más allá, ganamos este partido.


La torcida carioca recibe puesta en píe  a los veintidós jugadores de esa inolvidable tarde de Río. Se reanuda el desafío, y lo hace como terminó la primera parte , con gusto exquisito por el esférico de las dos escuadras.

Y entonces llegó el minuto cuatro de la segunda parte. Entonces llegó la jugada. Alonso, el defensa lateral del Real Madrid corta una internada de Stanley Matthews, y con zancada larga, recorre varios metros y se dispone a entregar el balón a Estanislao Basora, que al ver la velocidad de su compañero, le hace señal de que siga con el esférico, al tener campo por delante. El madridista lanza un extraordinario pase bombeado a Gaínza quien de forma inteligentísima pasa de cabeza al interior del área; apenas puede cortar la bola Alf Ramsey, Igoa deja pasar el balón, Hughes no acierta a despejar...y allí aparece Telmo Zarra, quien de forma sutil, con extraña habilidad engaña a Bert Williams en el remate.

¡¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!! canta un entusiasmado Matías Prats, mientras los jugadores se abrazan alborozados; Benito Díaz y Guillermo Eizaguerri hacen lo mismo en el banquillo, para reclamar de inmediato la presencia de Antonio Puchades, para que extremara la presión en  medio campo. Cuando el equipo español vuelve para el saque de centro, Panizo se acerca a Telmo Zarra para decirle con voz emocionada: "Eres lo más grande que hay"...

A partir de ese minuto cuatro, los ingleses se lanzan a un ataque en tromba; se dejan de sutilezas austrohúngaras, se olvidan del preciosismo del Wunderteam, y aplican su juego por banda y centros al área, donde Parra y Antonio Puchades se convierten en titanes, en colosos que abortan la carga de la Brigada Ligera, el empuje del Regimento de su Graciosa Majestad. Antonio Ramallets bloca tres balones de gran mérito, y el reloj empieza a volar contra los pross...

A partir del minuto treinta, los británicos, agotados, y ya casi sin moral, ven que les resulta imposible pasar de medio campo, y que los españoles se han vuelto a disfrazar de austriacos, a mover, a rasear el balón, y que el 2-0 no llega de milagro...
Finaliza el encuentro, y tras el caballeroso saludo de los derrotados, los hispanos celebran el triunfo en el cesped de Maracaná. Telmo Zarra y Tío Benito se encuentran abrazados en el medio campo, y al viejo republicano se le saltan las lágrimas, llorando como un niño...


La fiesta continuó en el vestuario, que parecía una verbena, con el embajador repartiendo felicitaciones, Radio Nacional con Matías Prats conectando en directo, y llegando incluso un telegrama desde El Pardo...
La vuelta en bus al Hotel Paineiras de Corcovado fue la continuación de la continuación, el alborozo del final y del vestuario, con los jugadores del Athletic entonando sus voces, que como buenos vizcaínos, sonaban bien timbradas y ofreciendo Nando, Zarra, Panizo Y Gaínza una portentosa versión del Desde Santurce a Bilbao, terminada y coronada con el surrealista final  de ¡Alirón, alirón, el Athletic campeón!, ante las carcajadas de los canarios Rosendo Hernández y Luis Molowny, quienes pedían su turno para deleitar a la concurrencia con Palmero sube a la palma.
En los primeros asientos del autobús, de ese feliz y festivo autobús rumbo al Corcovado, Guillermo Eizaguerri y Benito Díaz compartían esa alegría de forma algo más serena, pero en su fuero interno tenían la esperanza, casi secreta certeza, que en apenas dos semanas estarían en otro regreso y en otro festejo, éste aún mayor todavía, nada menos que con la Copa Jules Rimet de Campeones del Mundo bajo el brazo...

 


16 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Tirador, ¡enhorabuena!. Me ha encantado vivir contigo este pasaje de la historia que solo me han contado y no pude vivir. El gol de Zarra fue y es mítico para el fútbol español. Fue el primer gran logro en un mundial. Me ha encantado cómo lo cuentas, con qué pasión y sobretodo he flipado al ver fotografías que nunca había visto hasta ahora. Niunca había visto, por ejemplo a Zarra abrazado celebrando el gol. Estupendo Tirador.

Clementine dijo...

Gran entrada, Tirador. Cuánta emoción en el campo y aquí, en tu blog.
Y qué entrañable Matías Prats...

El Tirador Solitario dijo...

Muchas gracias, Marcos; la verdad es que el fútbol, y este Mundial muy en especial, me provoca un entusiasmo que intento transmitir, y tienes razón en lo de las fotos; es más, te puedo asegurar que algunas no circulan por la red, y que forman parte de mi archivo personal, ja,ja.
Un abrazo.

Muy amable, Clementine, y me alegra muchísimo que esa emoción llegue en la lectura...y que grande era Matías Prats...

Pepe Cahiers dijo...

En horizontal y posesiones largas, ¿De qué me suena eso?.

miquel zueras dijo...

Fastuoso aquel gol de Zarra del que mi padre solía hablar. Genial Matías Prats y sus comentarios. Recuerdo un día durante una corrida de toros que salió un camión de riego con un tubo de varios surtidores y Prats dijo: "Ya aparece el camión que riega la arena con sus bigotes hídricos". Genial. Borgo.

Jlin dijo...

Ya lo dije pero lo repito, ha sido como vivir desde dentro aquel Mundial y por fin llegó el famoso gol de Zarra del que hemos vivido taaantos años jajaja
genial amigo, genial de veras,
un abrazo

La Novia era yo. dijo...

Extrordianario Señor Tirador, que gran historia y que gran manera de contarla...el mito no es nada si no existe un Homero moderno que nos acerque la epopeya desde los mares procelosos...un fuerte abrazo.

El Tirador Solitario dijo...

Buen apunte Sr. Cahiers, y es curioso que siendo la selección española un equipo al que históricamente se le ha achacado falta de estilo, las veces que se ha "disfrazado de Wunderteam", los resultados han sido espectaculares.
Un abrazo, Cahiers.

Es verdad, Miquel, que de Matías Prats se podían contar anécdotas y no parar, como aquella otra, también en una corrida de toros, en la que el cámara enfocó a un avión que sobrevolaba la plaza...¡y el genial locutor recitó el modelo, la línea y el vuelo!. Un afectuoso saludo Miquel.

Al fin llegó el gol de Zarra, JLin, y es curioso, que en nuestro imaginario colectivo, siempre haya estado por delante del gol de Marcelino que significó una Eurocopa en 1964.
Un abrazo.

¡Que generosa y exagerada es usted, amiga Novia! Y que pena que de estas cosas no se hablen en los medios, sólo de las barbaridades que vemos últimamente en las ruedas de prensa.
Otro abrazo.

Gladys Glober dijo...

Me reitero en mis comentarios, qué manera de relatar tan viva y rápida!! Parece como si estuviéramos en el sofá de casa frente al televisor, con unas birras, brincando en cada jugada. Gran entusiasmo el que usted manifiesta y que contagia a estos humildes mortales.

natsnoC dijo...

Pues ya estamos en semifinales. A ver cómo sigue esto, lo estoy disfrutando como no he disfrutado nunca el futbol. Y lo digo sinceramente, amigo Tirador, me hace gozar del fútbol.

Del de hace casi un siglo, pero creo que mejor así.

El Tirador Solitario dijo...

Amigos Gladys y nastonC, la gesta de este equipo merece mucho más que mi humilde homenaje; siempre refiero que en Inglaterra o USA si saben como cuidar y dar lustre a sus hazañas...

Un abrazo.

Layna dijo...

Pero que bien nos lo cuentas!!! consigo vivirlo a través de tus palabras.
Como dice La novia era yo "el mito no es nada si no existe un Homero moderno que nos acerque la epopeya desde los mares procelosos". Un abrazo

El Tirador Solitario dijo...

Gracias amiga Layna, no sabes lo que me alegra poder transmitir, y que gusten, esos partidos heroicos.
(Y tu generosidad no es menor).

Otro abrazo.

natsnoC dijo...

Hola, Tirador, ya es oficial lo de la Semana de la Utopía. Gracias por apuntarte.

Ibán dijo...

¡Qué emoción, qué arte le has puesto a este fragmento de fútbol e historia!

El Tirador Solitario dijo...

¡¡Estupendo, nastonC, gracias por todo!!

Un placer verte por aquí, Iban, y la verdad es que esta historia se lo merece todo...

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