jueves, 24 de febrero de 2011

On the sunny side of the street

A finales de la década de los noventa, una de mis hermanas (los seguidores de este blog ya están descubriendo que tengo varias) no tuvo otra mejor ocurrencia que casarse. Dadas las circunstancias y puesto que soy el único varón entre tres damas, no tenía más remedio que hacerle un buen obsequio, acorde a la magnitud del suceso.
Lo que sí tenía muy claro era la naturaleza del presente; no pensaba regalarle electrodoméstico alguno, útiles de menaje o ni mucho menos ofrecerle un sobre con unos miserables denarios, así que le comenté lo que tenía pensado: Mi regalo iba a ser la música, la música que sonaría en la fiesta, en el baile, pero evidentemente no habría ningún disc-jockey descerebrado pinchando infumables melodías, ni ninguna agrupación de dudosa categoría entonando al unísono Paquito el chocolatero.
Nada de eso, en su boda sonarían músicas maravillosas, bailables, de solera, algo fabuloso e inigualable. Mi hermana se mostró entusiasmada ante esa oferta irrechazable, aunque eso sí, no recuerdo que mi futuro cuñado fuera consultado en algún momento; de todos modos su opinión en el evento era en la práctica irrelevante y ya bastante regalo se llevaba con el enlace en sí y además ser admitido en la familia.

Dicho y hecho, me puse manos a la obra , contactando de inmediato con mi amiga Celia. Celia Mur es una cantante extraordinaria, que siempre ha bordado el swing, las bossas, los boleros, por no hablar de cuando se arranca con los blues de Billie Holiday. En aquellos años, expirando el siglo y el milenio, Granada era un hervidero de vida musical y más concretamente jazzistica; los grupos, las formaciones, se multiplicaban; todas las semanas, todos los jueves, todos los sábados, había fabulosas actuaciones ya fuera en el Eshavira, el Secadero, el Mais que Nada, el Liberian, el Alexis, en un deleite para los amantes de esos géneros. Tal fue la eclosión que, en la primavera de 1998 se publicó un extraordinario disco doble, llamado Jazz en la Costa, donde estaban presentes todas esas formaciones: La Granada Big Band, The Missing Stompers, El Arturo Cid Quartet, El Kiko Aguado Trío y tantos otros. Pero sobre todo, había un quinteto que era la quintaesencia de esa época: El Celia Mur Quintet, formado por la maravillosa voz de Celia, una sección rítmica inigualable con Guillermo Morente al contrabajo y Julio Pérez a la batería y nada menos que Kiko Aguado a la guitarra eléctrica y Arturo Cid al saxo tenor y clarinete.

Con todos ellos me unía una vieja amistad, así que en un par de reuniones organizamos el repertorio y la logística del evento. Sólo un problema de última hora, y es que Kiko Aguado tenía un compromiso insoslayable en el Secadero, (tampoco estuvo el bueno de Arturo Cid demasiado diligente) así que o nos quedábamos en cuarteto, o se buscaba un quinto elemento. Tras sopesar varías alternativas, Celia encontró un recambio de lujo; algo así como si se hubiera lesionado Quini y en su lugar entra Santillana; pues eso, de tierras gaditanas vino ex profeso nada menos que Pedro Andrade, que acariciaba la guitarra como si fuera Wes Montgomery.

El día de autos estaba ya todo preparado, organizado, atado y bien atado. Los músicos habían recibido severas instrucciones de no permitir que ningún espontáneo intentara tener sus minutos de gloria, asaltando el escenario, ya que es bien sabido que existen sujetos, cantantes aficionados y efímeros que son capaces de todo por tal de agarrar un micrófono.
Nada de eso, yo mismo personalmente, me hice cargo de la presentación de los músicos y de felicitar a los contrayentes. La verdad es que siempre me he sentido cómodo en ese tipo de eventos, mostrando como maestro de ceremonias una curiosa simbiosis de Bop Hope y Dean Martin.
Y sonó la música, abriéndose el baile con una portentosa versión de On the sunny side of the street, con unos deliciosos arreglos de clarinete, reencarnándose Arturo Cid en Woody Hermann:

Grab your coat and snatch your hat,
leave your worries on the doorstep.

Just direct your feet to
the sunny side of the street.
Can't you hear that pitter pat
and that happy tune in your step.
Life can be so sweet
on the sunny side of the street.


Aquello fue el comienzo de más de dos horas de swing, bossas, blues, boleros, y otras maravillas.
Ya he comentado algo más arriba que no estaban permitidos los espontáneos, y es que además estaba perfectamente previsto quienes formábamos parte del magno espectáculo. Así, mi hermana realizó un dueto con Celia de una de sus canciones que adora, My favourite things, y siendo la novia una estimable cantante amateur (sus actuaciones con una querida prima han gozado siempre de gran predicamento en toda la costa), la verdad es que no realizó su mejor interpretación, aunque estuvo endiabladamente divertida.

Pero lo mejor de esa noche estaba por llegar. Percatándome del notable éxito que las bebidas destiladas tenían entre los invitados, hice un gesto a los músicos desde mi mesa y con paso firme y porte gallardo, sintiéndome italiano y musical, subí al escenario, tomé con igual delicadeza a Celia y al micrófono y empezamos a entonar a dúo:

Olha que coisa mais linda mais cheia de graça
É ela menina que vem e que passa

Num doce balanço a caminho do mar...

Moça do corpo dourado do sol de Ipanema

O seu balançado parece um poema

É a coisa mais linda que eu já vi passar...


No teniendo el que escribe una voz desdeñable, el problema es que mi oido musical es suceptible de mejora, pero por alguna extraña conjunción planetaria, la interpretación de la inmortal bossa de Antonio Carlos Jobim rayó lo memorable, estallando el salón principal del Gran Hotel Motril en una estruendosa ovación, que no se recordaba en el litoral granadino desde la actuación de Tete Montoliú una década antes. Al ver que entre los asistentes, el mismísimo Pepe Cahiers aplaudía rompiéndose las manos, comprendí que habíamos asistido a un momento mágico e irrepetible.

Al acabar todo, ya a altas horas de la madrugada, me di cuenta que posiblemente nunca viviría una noche más feliz que esa en toda mi vida. La noche en la que sonaron las músicas más bellas, más hermosas, la noche en la que novia y padrino bailaron un Cheeck to cheeck con el mismo arte de Fred Astaire y Ginger Rogers; la noche en que mi primo de la Comunidad Foral me abrazó emocionado después de aquella mítica interpretación de La chica de Ipanema; la noche en que Celia cantó mejor que en sus mejores noches del Eshavira, del Secadero, de El Isabel la Católica; la noche en que aquellos músicos sonaron mejor que en sus mejores noches de gloria...

Cuando termino de escribir estas lineas están a punto de cumplirse doce años de esa noche tan hermosa, ¿y saben lo mejor? aquella pareja que abrió el baile esa noche, no ha dejado de pasear ni un sólo día por el lado soleado de la calle...


22 comentarios:

Clementine dijo...

Qué entrada más bonita, Tirador. Si ya sólo el título de la misma te da buen rollo por lo que significa y por la canción en sí, maravillosa.

El Tirador Solitario dijo...

Gracias, amiga Clementine, y tienes razón, es que bajo la advocación de tan cálida melodía, hasta las entradas se escriben mejor...

Jlin dijo...

Opino igual que Clementine, perfecto el regalo y, sospecho desde la más absoluta ignorancia, que uno de los que más y mejor recordaran los novios. La música contribuye a afianzar los recuerdos en nuestra olvidadiza mente,
un saludo

El Tirador Solitario dijo...

Amigo Jlin, me acabas de decir casi las mismas palabras que un pariente cercano me expresó ese mismo día.
¡Gracias por tu visita!

Layna dijo...

Precioso regalo el que les hicistes sin lugar a dudas. A mi me ha gustado cuando dices: "Al acabar todo, ya a altas horas de la madrugada, me di cuenta que posiblemente nunca viviría una noche más feliz que esa en toda mi vida" Ser capaz de notar eso en el mismo instante que está ocurriendo yo lo llamo felicidad. Normalmente uno se da cuenta de esa sensación a posteriori. Notarlo en el mismo momento es una suerte. Un saludo

El Tirador Solitario dijo...

Muchas gracias, Layna, y bienvenida.
Y fíjate, al escribirlo anoche he vuelto a disfrutar todo aquello...

Pepe Cahiers dijo...

Su cuñado estará encantado de tan bonitos y entrañables comentarios. Me atribuye usted unos humeantes aplausos y no estoy seguro si pude articular algún movimiento ante el espectáculo que tenía delante de mis ojos.

El Tirador Solitario dijo...

Pues le aseguro que aplaudió a rabiar, Sr. Cahiers; y por cierto creo recordar que también tuvo usted algún momento de gloria en aquella noche memorable...

La Novia era yo. dijo...

Querido Tirador: ante todo quiero decirle que como testigo de aquella memorable noche, aquel regalo supuso una auténtica demostración de buen gusto. Efectivamente el novio no fue consultado de nada y creo que ahora seguimos sin consultarle demasiado, lo cual es comprensible. Si me gustaría puntualizar que hay un par de recuerdos que estan un tanto falseados, el primero es que la actuación de la novia si que fue encantadora y la de usted fue genial aunque no recuerdo que el señor Cahiers aplaudiera tanto, más bien se mostraba algo resentido por haber sido mencionado anteriormente como un escritor de prestigio. Es increible que hayan pasado doce años. Un fuerte abrazo Tirador.

El Tirador Solitario dijo...

Por supuesto que la actuación de la novia fue encantadora, y sí es verdad que el Sr. Cahiers no terminó de entender la mención que realicé a su importancia en el mundo de las letras...

Pero fíjese, que escuchando el otro día versiones del On the sunny...encontré las de Benny Goodman, Woody Hermann, Louis Armstrong...pues ninguna sonaba tan bien, tan swingeante, tan calida, tan fabulosa...como aquella que nos regalaron un 27 de febrero de 1999 El Celia Mur Quintet...

Pepe Cahiers dijo...

Qué barbaridad...

Anónimo dijo...

La boda, fue encandora, y es verdad que no lo pasamos muy bien. Yo tampoco recuerdo ver aplaudir de esa forma al Sr. Pepe Cahiers, y mira que lo tenía cerca.
En lo referente a su cuñado, que se puede esperar de alguien que recomienda mozilla firefox como navegador de internet, y no puede hacer un simple comentario, en este magnifico blog, por que se lo impide una niña que no llega al año de edad.
A proposito, ya que usa usted este navegador, debería de ponerse al día en su uso, como por ejemplo descargar imágenes, crear carpetas, etc.
Un saludo de la Sra. de Cahiers.

Anónimo dijo...

Posdata: Quería decir, que "nos lo pasamos muy bien", y no "no lo pasamos bien".
Manía de corregir antes de publicar.
La Sra. de Cahiers

El Tirador Solitario dijo...

Hay que decir en descarga de mi cuñado que realizó unos pasos de baile más que estimables y se movío con enorme soltura en la pista.
Yo sospecho que en realidad no deja comentarios por indolencia pura y dura,y pone como excusa los cuidados que precisa y ofrece paternalmente a mi querida sobrina.

Y por cierto, sigo sosteniendo que el Sr. cahiers aplaudió a rabiar...

Clementine dijo...

Eh, que estamos de estreno, manteniendo a los viejos amigos y en tierras lejanas...

El Tirador Solitario dijo...

Sí, mi amiga, un cambio de imagen que viene muy bien de vez en cuando, y claro, tenía que aparecer ese western que me encanta.
¡Gracias, y ya sabes que tienes aquí tu casa!

Por cierto, ultimando algo nuevo que sale muy, muy pronto...

Una enamorada de la música dijo...

Viniendo de ti ¿que regalo se puede esperar que no sea en clave de sol? Te hace grande, no todo el mundo es capaz de tener la sensibilidad que tu tienes a la música, eres muy afortunado. Un fuerte abrazo !!!

El Tirador Solitario dijo...

¡¡¡Tú, si que eres grande, amiga!!!

Marcos Callau dijo...

No había visto esta entrada. Menos mal que he pinchado el enlace en la entrada de los cinco años de blog y he llegado hasta ella. Hoy en día, echo mucho de menos los cantantes de swing, así que me ha encantado encontrarme con algo así. "On the sunny side of the street" es una de mis canciones favortias y además creo que carga las pilas para todo el día. un abrazo.

El Tirador Solitario dijo...

La canción es una maravilla, Marcos, y la versión que hicieron mis amigos...una delicia, la verdad.

natsnoC dijo...

Vaya, ¿en Febrero no venía yo todavía por aquí? Es curioso porque ya tengo yo la impresión de conocerle de años. Espero que al final sea así.

Los lazos blogueros son curiosos.

Entrañable entrada, debió de ser toda una fiesta.

El Tirador Solitario dijo...

Jaaaa, es verdad amigo mío, y no es menor cierto que fue una fiesta memorable. ¡Gracias por todo, amigo mío!

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