viernes, 15 de abril de 2011

España en Río (III)

El sorteo de la fase final había encuadrado a nuestra selección en el grupo segundo, junto a los combinados de Estados Unidos, Chile e Inglaterra. En teoría un conjunto muy compensado, con una perita en dulce (USA), una selección de nivel medio como era la chilena y todo un ogro, el equipo a batir, nada menos que los ingleses. El de Brasil era el primer campeonato al que los pross dignaban presentarse, ya que consideraban que esas lides eran algo menor para su esencia futbolística y que lo verdaderamente relevante era su Torneo Británico, donde medían su supremacía junto a Escocia, Irlanda del Norte y el País de Gales. Esa orgullosa y descerebrada idea no tenía ya el menor sentido desde los años veinte, y por ello la presencia de los inventores del fútbol era una de las grandes atracciones del certamen, y por ende uno de los grandes favoritos, junto con la anfitriona Brasil, los temibles uruguayos y la campeona olímpica de 1948, Suecia.

Los pross arribaron a Río con la flor y nata de su caballería, capitaneados por Sir Stanley Matthews, y con figuras de la talla del portero Bert Williams, el mediocampista Billy Wright, y esa bala diestra que era Tom Finney, todo un plantel de excepción, que consideraba que tendría dos partidos de trámite ante sus rivales americanos y un tercer encuentro algo más serio ante los pupilos del tándem Díaz/Eizaguerri.

El Hotel Riviera de Copacabana era el enclave elegido para servir de cuartel general a la escuadra hispana, pero tenía un ambiente bullicioso en exceso, un aire de samba y carnaval constante que no era del agrado del dúo que comandaba la selección.
-Ya se lo comenté en el Escorial, Sr. Díaz, no conviene que los chicos se nos distraigan...
Los temores de Guillermo Eizaguirre venían por la presencia de bellísimas, zalameras y simpatiquísimas cariocas, que no dudaban en coquetear con nuestros monjes guerreros; la gota que colmó el vaso fue cuando tras deshacer las maletas y bajar a la cafetería, pudieron comprobar que algunos jugadores seguían en el hall, riendo y confraternizando con aquellas beldades, más de una hora después de arribar al Copacabana.
-Nos buscamos algo más tranquilo y en paz, sentenció Tío Benito, ante el asentimiento del sevillano.
-Ni usted ni yo estamos ya para fiestas, Sr. Díaz. Los chicos son jóvenes, esto es Brasil... pero aquí hemos venido a jugar un Mundial.

Dicho y hecho; la expedición se traslada al Paineiras de Corcovado, un lugar tranquilo, apacible, ideal para preparar una concentración para los duelos que se avecinaban, la antítesis de esa Babilonia que era el Copacabana.

El debut de España era ante Estados Unidos, en el Estadio Durival de Brito, en Curitiba. El día antes del encuentro, el combinado español acude a presenciar el entrenamiento de los yankis, y lo que ven mueve al asombro y la hilaridad de jugadores, técnicos y prensa. Aquel grupo amateur, formado por hispanos, caribeños y anglosajones, no daban ni una con el esférico. Algunos sólo sabían darle de puntera, y para colmo, uno de sus mejores defensas, ese gigantón de ciento noventa centímetros que respondía al nombre de Harry Keough, llevaba unos enormes guantes de manopla, que le daban un aire entre cómico y extravagante.
¡Telmo, ten cuidado con ese central!, le comentaban a Zarra, entre chanzas y risas, Panizo y Estanislao Basora, mientras que los periodistas hacían su porra para el encuentro del día siguiente. Nadie apostaba por una ventaja que no fuera inferior a cinco goles.

 El veinticinco de Junio de 1950, España inicia su andadura en Brasil, confiada de obtener una abultada victoria y armarse de moral para los duros choques que esperarían en jornadas sucesivas. Finalmente, se decide que el guardameta titular sea Ignacio, en detrimento de Ramallets, por aquello de la mayor experiencia y veteranía del donostiarra, y que la delantera la integren Basora, Rosendo Hernández, Zarra, Igoa y Gaínza. Tras el sorteo inicial, con Gaínza y Keough ejerciendo de capitanes, los reporteros gráficos corren a situarse detrás de la portería norteamericana para inmortalizar la lluvia de goles que debía encajar el meta Borghi.

España inicia el partido con tranquilidad, intentando desbordar por bandas, pero sin realizar un ataque alocado, intentando madurar al rival. Pero de forma sorprendente, un lío monumental en la defensa hispana, una indecisión de nuestro portero, hace que Souza, en el minuto diecisiete, ponga un sonrojante 0-1 en el marcador.
Desde el banquillo se pide calma, y durante unos minutos el juego de la selección es un vendaval que a duras penas pueden frenar los del Tío Sam. Pero entre que Borghi se revela como un meta de categoría, que nuestros delanteros tienen el punto de mira desviadísimo e Ignacio está desconocido en la portería española, contagiando nerviosismo a toda la zaga, se llega al descanso con ese sorprendente 0-1.
En el entreacto Benito Díaz e Eizaguirre piden calma al equipo; les indican que en el momento que hagan un gol será todo distinto: "Tranquilos, tranquilos, hay que abrir sólo el melón, y luego vendrán dos o más goles por sí solos", intentaba tranquilizar el donostiarra a un plantel que no se parecía en nada a la soberbia y orgullosa escuadra que iba a endosarle media docena a su rival.

la segunda parte se inicia con una España ya volcada al ataque, decidida a solventar el trance por la vía rápida, en busca de ese primer gol que que lo alivie todo, como les repite Benito; pero el juego se torna más previsible, empeñada la furia roja en forzar el empuje por el centro, donde la cobertura rival se sentía más cómoda, ante la desesperación de Gaínza, que hace gestos de abrir el juego a su banda o buscar a Basora.
Lo peor es que los minutos pasaban con una celeridad de vértigo, y nuestro dúo del banquillo veía angustiado que ya sólo faltaban diez minutos para concluir esa pesadilla de partido. En sólo cinco, en trescientos segundos aquel mal sueño se despejó, como por arte de magia. Igoa logra de bella factura el empate, y como aseguraba el sabio Tío Benito, los otros dos tantos llegan de inmediato, obra de Estanislao Basora y Telmo Zarra.

Aquel 3-1 sirve para iniciar el torneo con una victoria, pero al mismo tiempo actúa de cura de humildad, algo que servirá de enorme enseñanza a uno de los integrantes de esa selección, el interior Luis Molowny, que en su exitosa carrera de entrenador, nunca se cansó de repetir aquello de no hay enemigo pequeño.

En el otro partido del grupo Inglaterra había derrotado con cierta suficiencia a Chile por 2-0, con tantos de Mortensen y Tom Finney, siendo los chilenos los próximos rivales de nuestra escuadra, cuatro días después y nada menos que en el mítico Maracaná.
Tío Benito y Eizaguerri buscan limar los errores del encuentro inicial, y empiezan a pergeñar cambios en el once inicial.
-No tengo duda que el portero va a ser Ramallets. Ese chaval es un fenómeno, y lo estamos frenando en el banquillo -expone con firmeza Guillermo-
-Yo tampoco tengo dudas, Ignacio es un gran guardameta, experto y con oficio, pero el catalán es aún mejor de lo que usted me había ponderado.Pero conviene que hagamos algo más -argumenta el donostiarra, con la maestría con la que él sólo sabía llevar la discusión a su terreno-
-Soy todo oídos, señor Díaz.
-Parra en el eje de la defensa, ayudando a Gonzalvo; Igoa más escorado a la diestra; y por supuesto necesitamos que el juego sea fluido, que no nos atasquemos en medio campo, que llegue el balón en condiciones a Basora y Gaínza, porque entonces y sólo entonces el balón llegará a Zarra. Es decir... que necesitamos a Panizo -concluyó su tesis Benito Díaz-.


José Luis López Panizo era el interior zurdo de la segunda delantera histórica del Athletic Club de Bilbao, que todos los niños de España cantaban de memoria: Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Panizo era un artista, a veces incomprendido por la grada de San Mamés, que prefería el juego más eléctrico de Agustín Gaínza o los remates de cabeza de Telmo Zarra. Pero la víspera de Reyes, en 1947, todo cambió para el interior vizcaíno. Estando de gira el San Lorenzo de Almagro por nuestro país, ese día festivo los argentinos rendían visita a la Catedral, que registraba un lleno hasta la bandera. Al comenzar el encuentro, la grada rojiblanca se quedó maravillada con los toques de balón, el juego preciosista, aquel delicioso gambeteo ríoplatense, hasta que uno de los socios se atrevió a exclamar lo inefable: ¡Pichorras! ¡Si juegan todos como Panizo!
A partir de ese día, de esa tarde de Reyes, ese maravilloso interior zurdo observó como era infinitamente más valorado, querido y respetado por su afición...

La selección chilena era un equipo de buen nivel, aseado en su juego, de estimable calidad técnica, y que tras la derrota ante los pross, se jugaba sus escasas posibilidades en el campeonato ante España. Su figura y capitán se encontraba bajo los tres palos, nada menos que el Sapito Livingstone, un portero agilísimo, de una simpatía arrolladora y muy querido en toda la Sudamérica futbolística. Así mismo contaban con un muy buen delantero centro, Jorge Robledo, que militaba en el Newcastle británico, y que de forma lastimosa, había pasado desapercibido en la derrota inicial de los andinos.


El 29 de Junio de 1950, en Maracaná, era el momento de comprobar si los ajustes de Benito Díaz cumplen su cometido. Y como se suele decir, ese día el éxito sorprendió a la propia empresa. La incorporación de Panizo aporta al combinado nacional una fluidez, una naturalidad en el juego, que desborda desde los primeros minutos al rival. Basora y Gaínza no tienen oponente por las bandas, y el primero marca tras gran jugada en el minuto 17. Antes del descanso Zarra consigue un gol de artista, tras regatear a dos defensas y dejar sentado en una habilísima finta al Sapito.
Tras la reanudación los chilenos adelantan filas, buscando un gol que les meta en el partido, algo que no había sucedido en ningún momento, pero en las dos únicas jugadas de peligro, Ramallets se muestra ágil y con aplomo, ante la alegría y orgullo de Guillermo Eizaguirre.
A partir del minuto veinte, España, que esa tarde viste de azul, se hace de nuevo con el control en medio campo, con un Panizo controlando y mandando como si fuera un argentino más de San Lorenzo, y Basora y Gaínza abriendo vías de agua en un rival que ya sólo quería que acabara el partido con ese dos a cero en contra.

A la conclusión, tanto los nuestros como los chilenos, los titulares y los del banquillo, observan, escuchan un murmullo de asombro, y como se hacían corros entre los reporteros gráficos. La causa, la sorprendente e inesperada causa venía de Belo Horizonte, a 700 kms de Maracaná desde el Estadio Independencia:
¡¡Estados Unidos había ganado 1-0 a Inglaterra!! la noticia corrío por todas las redacciones, las agencia de noticias, y boca a boca por todo Brasil.

Antes de volver al Hotel Paineiras, Tío Benito Y Guillermo Eizaguirre dan un paseo por los alrededores de Maracaná, charlando sobre lo que espera sólo cuatro días después.
-Lo bueno de ese resultado es que con el empate ya estamos en las finales; lo malo es que esos británicos van a salir como fieras -piensa en voz alta el sevillano-.
Tío Benito esboza esa sonrisa socarrona, que siempre saca a relucir cuando quiere sorprender a su amigo con alguna variante táctica.
-A ver, señor Díaz, que lo veo venir, dígame que se trae usted entre manos.
-Escúcheme, mi buen amigo, los ingleses piensan que este domingo van a jugar contra España - afirma misteriosamente el señor Díaz-
-Y creo que no les falta razón, Benito, ¿donde quiere usted ir a parar?
-Que en realidad van a jugar contra el Wunderteam. Nos vamos a disfrazar de austriacos, señor Eizaguirre...








11 comentarios:

Jlin dijo...

Me dejas alucinado con tanta informacion y, sobre todo, con tantísimo buen detalle. Es como vivir en directo un Mundial en el que ni existía JLin ni se le esperaba hasta mucho más tarde. Me quito el sombrero, hago reverencia y me lo vuelvo a poner amigo Tirador,
Excelente, excelente y excelente :-)

Clementine dijo...

Oye, pero... ¿estuviste allí?
Qué bárbaro, Tirador...

Amiga Anónima. dijo...

Qué bueno Tirador!, queremos más.....

El Tirador Solitario dijo...

Es usted de una generosidad extrema amigo Jlin, que sólo puedo agradecer y más viniendo de alguien que sabe mucho de fútbol, que eso ya se ha notado por aquí...

Ja,ja, admirada Clementine, a los que nos gusta la historia, podemos estar en todos los sitios, pero eso seguro que también lo has experimentado...

Y habrá más Amiga Anónima; a ver que diablos se le ha ocurrido al Tío Benito...

Pepe Cahiers dijo...

Habla usted de aquella selección estadounidense como si fuera nuestra clase de 3ºC allá por los años 80, con usted y un servidor haciendo estragos en nuestro equipo. Bueno, parece que al final la formación USA no era tan mala como la pintaban. Excelente lección de humildad.

El Tirador Solitario dijo...

Recuerde Sr. Cahiers, lo que le gustaba repetir a García, aquello de no vender la piel del oso antes de cazarlo.

Y en cuantos a los tiempos heroicos de 3º de BUP,(Curso 82-83), creo que ni usted ni yo tuvimos el reconocimiento que merecíamos...

Gladys Glober dijo...

Un relato de lo más vivo y dinámico. Deseosa de leer la siguiente entrega.

Enhorabuena, Tirador.

natsnoC dijo...

Amigo Tirador, una vez más, como en las entregas anteriores me has hecho vivirlo como uno más de la histórica expedición.

Me ha parecido muy bien la cura de humildad, pero mucho mejor que la sufrieran en toda su extensión los ingleses.

... yo me habría quedado en Babilonia...

Layna dijo...

¡Pero que bien documentado que estás! que bien narrada que está la historia. Me encantan los diálogos que intercalas entre la crónica deportiva. Lo del "Babilonia" suerte que tuvo solución sino seguro que no dan pie en bola ninguno de los jóvenes jugadores.

El Tirador Solitario dijo...

Un placer verla de nuevo por aquí, Gladys, no se preocupe, que pronto aparecerá la siguiente entrada; nos acercamos a momentos históricos...

Saludos, amigo nastnoC; y no dudo de las bondades del Riviera, ese sitio paradisíaco, con bellezas de Ipanema y Copacabana, ideal para tantas cosas, aunque no sé si para preparar un Campeonato del Mundo...

¡Hola, Layna! Creo que a efectos del blog, el Riviera de Copacabana, queda rebautizado como el Babilonia, y sí es verdad, pese a que nuestro amigo nastonC, (y yo mismo, posiblemente) se hubiera quedado allí, hay que convenir que un lugar de esas cacterísitcas es incompatible con una concentración, en vísperas de choques futbolísticos de alto nivel...

Perros de presa dijo...

Te lo curras en tus post que da miedo

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