sábado, 2 de julio de 2011

España en Río (VII y final)

La expedición española semejaba un funeral, tras la media docena de goles encajados ante los anfitriones brasileños. Quedaba el último encuentro, el último partido ante Suecia, los campeones olímpicos, que también habían sufrido... nada menos que una derrota estrepitosa ante los cariocas, y una enorme desilusión ante Uruguay, perdiendo en los minutos finales un partido que tenían más que  ganado. Pero los suecos estaban como tal cosa, lo cual exasperaba a los nuestros, que además coincidían en el mismo hotel de Corcovado.

-Hay que subir la moral, señor Díaz, parece que se haya acabado el mundo, ¡los chavales están hundidos!-argumenta con vehemencia Guillermo Eizaguirre-
-Nos han bajado del cielo, don Ignacio. Nos veíamos ya campeones o casi...este maldito sistema de competición...de Maracaná a Sao Paulo, de San Pablo a Maracaná-recita como en una letanía Benito Díaz.
-Cansancio, lesiones, viajes...más partidos que nadie...y ahora los suecos, que se pasan las horas jugando al billar, tranquilamente, como si esto no fuera con ellos...
-También llevaran lo suyo, amigo mío, pero son del Polo Norte, y lo disimulan..
-Usted no pierde el humor, don Benito...¿cuantos cambios vamos a hacer para el domingo? 

Ese domingo, 16 de Julio, se decidía el IV Campeonato del Mundo, la victoria alada, el Trofeo Jules Rimet. En Maracaná, Brasil contra Uruguay. Un empate les daba la gloria a los de blanco y azul, un título que se les escapó en 1934 y 1938, en tierras europeas, ante las potencias latinas, España e Italia, que los habían noqueado en octavos y semifinales, con Ricardo Zamora y Giuseppe Meazza de verdugos.

Pero en 1950, en Río nadie pensaba en eso.
Ese mismo día, esa misma hora en San Pablo, en el Estadio de Pacaembu, España y Suecia  pugnarían por la tercera  plaza, por la medalla de bronce.
Un empate le era suficiente a España, e incluso si los compañeros de Ademir hacían sangre y lograban una goleada ante los charrúas, los nuestros podían obtener el subcampeonato.


Guillermo Eizaguirre y Benito Díaz se ven obligados a realizar cambios en ese edificio perfecto, en esa maquinaria, que a pleno rendimiento era un equipo de cuidado, el mejor de Europa, de los mejores del Mundo.
Ni Ramallets, ni los bravísimos Gonzalvo, ni Igoa, ni el gran capitán Agustín Gaínza, estaban en condiciones de afrontar el último encuentro, el adiós de esos días, la lucha por acabar con una victoria.

Con mucho cemento y poca torcida, en el Pacaembu de Sao Paulo, España presenta un once de circunstancias:
Ignacio; Asensi, Parra, Alonso; Silva, Puchades; Basora, Hernández, Zarra, Panizo Y Juncosa. 

Los nórdicos no tienen problemas para oponer su escuadra tipo, la misma que estuvo a punto de batir a Uruguay y entregar el campeonato a Brasil:
Svenson; Samuelson, Johansson, Nilsson; Andersson, Gärd; Jonsson, Melberg, Rydell, Palmer y Sundkvist.
Nilsson y Telmo Zarra ejercen de capitanes; el holandés Van der Meer, es el referee que repartirá justicia.


Los hados ya se muestran adversos, esquivos y hostiles desde los inicios. Panizo sufre un choque en el minuto cuatro...y su peroné queda destrozado; el fino interior zurdo del Athletic continúa, escorado ya en la banda, buscando lo que entonces se llamaba el gol del cojo (hasta 1968, en las competiciones oficiales no se permitían sustituciones), y poco después, Telmo Zarra nota un inmenso dolor en el costado...el de Asúa continúa como buenamente puede...pero en realidad estará todo el partido con dos costillas rotas...de esa guisa disputarán los de rojo ese último partido. Aún así circulan el balón, se disfrazan de austriacos...Hernández y Juncosa intentan emular a Panizo o Igoa...pero Suecia, que ha olfateado la inferioridad hispana, se cierra atrás, espera, aguarda...y lanza contragolpes mortales por medio de Sundkvist, Melberg...Ignacio Eizaguirre tampoco tiene su mejor día, y al descanso los vikingos ya ganan 2-0.

En la segunda parte España encierra a su rival, casi con nueve intenta acortar distancias, pero el meta Svensson se luce, sus defensas sacan dos balones que ya entraban...en plena presión de los ibéricos, nuevo contragolpe nórdico, y Palmer logra de bella factura el 3-0...Benito Díaz y Guillermo Eizaguirre se desesperan...nada sale bien..."Nos ha mirado un tuerto", comentan ya con más humor que resignación...
A ocho minutos del final, en una jugada de manual, Basora desborda, centra...y Zarra, el león más bravo de la Catedral, salta, olvida sus costillas rotas, y remata de cabeza, la mejor cabeza de Europa, un gol bellísimo, el 3-1 y unos minutos para una hazaña...que no es posible, los de amarillo aguantan el chaparrón, casi once contra nueve, y el tercer puesto es para ellos.



Pero en Sao Paulo nadie piensa en eso. En el estadio no se oye nada. Sólo un silencio de muerte. Acaba de ocurrir el suceso más espectacular de la historia del fútbol. El único partido que tiene nombre propio. 
En Maracaná, Uruguay derrota a Brasil 2-1. Los celestes, los orientales, los de Obdulio Valera, son los campeones. Esa noche, y la siguiente, y la otra, habrá duelo en Río, en San Pablo, en Bahía.Brasil ya nunca vestirá más de blanco. El meta Barbosa nunca podrá exorcizar ese estigma...


El locutor y cronista Ary Barroso abandona la profesión, ya no transmitirá más partidos de fútbol, y se refugiará en la música, en la bossa, componiendo melodías eternas...


Los españoles se retiran a los vestuarios, lamentando el infortunio de los últimos encuentros, "se pudo ganar a Uruguay y somos mejores que los suecos", afirman los nuestros.
-Imposible hacer más, amigo Benito, con Panizo dando cojetadas, y Telmo lastimado...imposible, señores... -concluye el sevillano, repartiendo sentido común a todo el grupo-
                         ........................

En los días siguientes, de forma escalonada, la expedición española retorna a casa, en uno de los grupos, Benito Díaz y Guillermo Eizaguirre, se disponen a subir las escalinatas del Constelletion.
-A partir de ahora ya todo irá muy rápido, así que permítame que le de un abrazo señor Díaz - 
-Para mí ha sido un placer trabajar con usted don Guillermo.
-Y para mí un honor, don Benito.
Los dos entrenadores se abrazan amistosamente, y sin añadir palabra más, suben al cuatrimotor, un nutrido grupo, casi la tercera parte de la expedición, a hacer el camino de vuelta, casi día y medio...y todos tienen en mente lo mismo, recuerdan las increíbles jornadas que han jalonado esas semanas...la eliminatoria ante Portugal, la concentración de El Escorial, los amistosos ante el Hungaria de Fernando Daucik y Ladislao Kubala...la llegada a Río, la primera e inolvidable visión del Pan de Azúcar...la locura del Copacabana; la angustia y cura de humildad ante Estados Unidos, la excelencia contra Chile...la gloria frente Inglaterra, la lucha sin cuartel y épica ante Uruguay...la debacle de Brasil; la despedida, el once contra nueve frente Suecia...
Pero posiblemente ninguno de esos expedicionarios podía imaginar en ese vuelo de vuelta, el inmenso bien, la enorme felicidad que durante esas días habían regalado a un país, a una sociedad, como la española de 1950, tan necesitada de tantas cosas.
Y esa sociedad, y ese país, desde hace sesenta y dos años, tendrá, tiene una eterna deuda de gratitud para ese equipo, para esa escuadra...para Zarra, Basora, Puchades y Gaínza; Ramallets, Alonso y los Gonzalvo; Panizo, Molowny e Igoa...y para los dos hombres buenos que los mandaban: Guillermo Eizaguirre Olmos y Benito Díaz Iraola.



9 comentarios:

Clementine dijo...

Excelente crónica, Tirador, y precioso punto final. Un gran reconocimiento en forma de sentido homenaje al que me uno sin duda alguna. ¡Un abrazo!

Pepe Cahiers dijo...

Magnífico broche final a tan ilustre crónica. Esas consecuencias finales de Brasil hace válida aquella famosa frase de "Algunos creen que el fútbol es cuestión de vida o muerte. Es algo mucho más serio que eso". Lo de los relajados suecos me recuerda aquella Dinamarca que estaba de vacaciones y fue repescada, debido a los conflictos bélicos, y ganó el titulo. Cosas de fútbol.

Marcos Callau dijo...

Curioso Tirador pero fíjate que, aunque la copa del mundo que se entrega ahora me parece muy bonita, aquella Victoria Alada tenía su encanto. Me parece heróico el comportamiento de Zarra, metiendo un gol con las costillas rotas. Al menos, el conjunto español siempre puede presumir de haber luchado y dejarse la piel en el terreno de juego. Algo que les honrra. Un abrtazo.

El Tirador Solitario dijo...

Muchas gracias, Clementine, y fíjate, en 1950 fue enormemente reconocido ese equipo, sobre todo por la victoria ante Inglaterra...pero es que además ha sido nuestra mejor clasificación en un Mundial, durante más de medio siglo, y había mucho que contar y homenajear...¡Otro abrazo para ti, amiga!

Lo del "Maracanazo" puede resultar incomprensible para aquellos que les resulte ajena la famosa sentencia que tan bien apunta Sr. Cahiers...y sí, algo tienen que ver esos tranquilos billaristas del Corcovado con los daneses de 1992...con la diferencia que los suecos si estaban clasificados, y venían precedidos de triunfos y honores.

Es que el trofeo Jules Rimet era una maravilla, amigo Marcos...no sé si sabes que en las previas de Inglaterra 66 fue robado...y encontrado por un sabueso...el mítico Pickles, un ilustre can, que lo halló en unos matorrales, y salvó el honor británico antes del Campeonato...
Y ese equipo español era muy heroico, en grado superlativo...
Un abrazo, Marcos.

natsnoC dijo...

No me ves, Tirador, pero estoy haciendo reverencias. De las de doble tirabuzón.

Si estuviera en un auditorio estaría (con la mayoría del público) de pie y jaleándole. Me ha encantado toda la serie sobre el mundial, preciosa.

El Tirador Solitario dijo...

Muchas gracias nastonC, y además has sido un de los seguidores de toda la saga, desde el primer episodio...la verdad es que me ha encantado homenajear toda la gesta de ese Mundial.
un abrazo, amigo.

Gladys Glober dijo...

Un gran broche final para una historia épica como esta. Me has hecho disfrutar con cada una de las entregas. Gracias y a inventar algo para tenernos entretenidos este verano.

Saludos!!

miquel zueras dijo...

¡Qué buenos eran Zarra y Ramallets! Este último solía verlo en mi pueblo, L´Escala, donde adquirió una casa para pasar el verano. Saludos. Borgo.

El Tirador Solitario dijo...

Gracias Gladys, y fíjate cuando se inició la saga, no imaginé que serían nada menos que siete las entregas de España en Río.
Permanezca usted atenta a la pantalla, que pronto habrá cosas interesantes...

Menudo lujazo, amigo Zueras, tener por ahí cerca al gran Ramallets, que por cierto, creo que es el único que sobrevive de ese grupo histórico...

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